jueves, 25 de febrero de 2010

Sobre el proceso electoral en la Universidad Autónoma de Guerrero

EL PROCESO ELECTORAL EN LA UAG
Miguel Parra Bedrán[1]
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La Universidad Autónoma de Guerrero se distingue, aunque no se si el término sea el apropiado, por elegir mediante el método de elección universal directa y secreta a sus autoridades. Este método deviene de décadas atrás y se ha considerado como el más democrático porque la filosofía universitaria considera que la decisión del todo es indispensable para la legitimación de sus autoridades.
En su momento histórico esta manera de elegir fue más que justificado. Guerrero como entidad federativa vivía más que ahora en un profundo autoritarismo en donde la lucha política partidista sólo se resumía en el predominio de un partido, el PRI. La Universidad de los años setenta tenía que dar una respuesta diversa a la concentración del poder público y enseñar a sus agremiados que es posible vivir en democracia, que el voto de cada uno de los universitarios cuenta para la dirección de la Universidad y su proyecto democratizador.
En esos años la Universidad sufrió agravios por parte del Estado y el proyecto de quienes la dirigían se encauzaba a formar un molde de pensamiento diferente teniendo como premisa fundamental la defensa de la autonomía. El proyecto social de Universidad Pueblo creado por el ya fallecido Rosalío Wences Reza tenía razón de ser y así fue como la Universidad se perfiló como una institución que no sólo atendía al quehacer universitario sino que tenía que ver con toda la problemática que se sucedía en el entorno del Estado. La Universidad fue el vértice de la problemática social guerrerense y esa manera de ser nos alejó de algunas de las actividades básicas que como ente académico se debían atender; se pensó que el modelo del capitalismo estaba por terminar y había que contribuir a ello. El paso del tiempo nos dejó la constancia de nuestra equivocación. El capitalismo sigue vivo, en crisis, pero aún bajo el proceso de desgaste que todo modelo económico debe pasar.
La Universidad poco a poco fue acomodándose a los nuevos tiempos. Criterios de academicismo se fueron imponiendo en muchos sectores de la vida institucional. Ya no basta ser un líder social o un refugiado político de las izquierdas para asegurar una plaza académica, aún cuando todavía se dan casos que es necesario denunciar. Hoy por ejemplo, para ser catedrático de una Unidad Académica se debe al menos tener una maestría o un doctorado, de preferencia; se proliferaron y aceptaron métodos de apoyo para la docencia y la investigación con recursos provenientes de la Secretaría de Educación Pública, con lo que se acabó con la idea de que todo lo que venía del Estado era para violar la autonomía o bien para apoderarse de ella paulatinamente. En el pretérito era muy cuestionable la ayuda del gobierno federal o local so pena de considerar a quien la aceptaba como un traidor a la filosofía impuesta desde el poder universitario.
La vía de los hechos poco a poco se fue imponiendo no sólo en Guerrero sino también en todo el país. Como decía, los apoyos por parte del gobierno federal vía SEP a través de diversos proyectos han hecho que esta Universidad entre en definitiva a todos y cada uno de los quehaceres destinados para las universidades mexicanas de carácter público. Con todo esto quiero dar a entender que el modelo filosófico ha caído poco a poco en el olvido en virtud de los cambios producidos por la transformación de los modelos de gobierno ante las propias universidades y las exigencias mundiales para reconocer dichos esfuerzos. El cambio así visto no ha dependido de un esfuerzo local o nacional, es un esfuerzo dosificado a partir del modelo de evaluación de los grandes organismos internacionales que vigilan el proceder nacional a efecto de poder o no otorgar recursos a los países, tal es el caso del Banco Mundial y de la OCDE.
En todos los años recientes en que hemos sido testigos de dicho proceso, la Universidad guerrerense ha tenido un desarrollo estabilizador, que si bien no ha logrado la excelencia académica, sí está en vías para competir –palabra preferida por los amantes de dicho proceso- con las demás universidades del país. En algunos rubros estamos al parejo y en otros alejados de la media nacional, por ejemplo en el número de doctores o de los miembros del Sistema Nacional de Investigadores, aún no llegamos a la media pero cada vez más nos acercamos a esa meta.
En los tiempos del furor socialista bajo el modelo marxista, la Universidad no tenía los estándares de producción y de investigación académica que hoy tiene. La Universidad de antaño no se parece a la actual, a pesar de que aún conservamos por conveniencia propia algunas de las deficiencias que creamos hace ya más de treinta y cinco años.
Una de esas deficiencias es precisamente la manera en cómo elegimos a nuestras autoridades. Seguimos creyendo absurdamente que es necesaria la legitimación de cada uno de los universitarios para elegir Rector, y de cada uno de los miembros de las Unidades Académicas para elegir Director. Estamos bajo el falso supuesto de que el procedimiento es democrático y que no hay vuelta de hoja al respecto porque así lo dice la tradición y las costumbres que devienen de un mundo que ya está en el olvido, al menos en el punto al cual nos estamos refiriendo.
En el segundo Congreso General Universitario, el cual ya data de varios años atrás, la comunidad universitaria inteligentemente creó un nuevo modelo de Universidad que estuviese acorde con los nuevos tiempos y ritmos del cambio social. Ese modelo que hoy opera con ventajas y deficiencias, confirmó que en materia electoral debíamos de continuar con lo mismo, es decir, la legitimación del poder universitario amparado por las urnas y el voto universal, directo y secreto.
¿Por qué digo que es absurdo el sistema electoral universitario? Veamos: en primer lugar tenemos que situarnos en un contexto estrictamente legal, aunque sé bien que las interpretaciones legales no son las más aceptadas en nuestro entorno, ya que algunas de ellas se consideran políticamente incorrectas. Y se consideran así en el marco universitario precisamente porque la ideología de la institución ha creído que las decisiones mayoritarias necesariamente confluyen con la democracia. En este aspecto soy renuente a aceptar que las mayorías son necesariamente democráticas, es decir, se es demócrata cuando se acepta la regla de la mayoría dentro de un contexto de la vida pública en donde las decisiones afectarán a todo el entorno de la vida colectiva. Pero en otros aspectos de la vida social y privada esa regla de mayoría tiene que modificarse en aras de la mejor elección, de aquella que no provoque sismas o desarticulaciones en el entorno a que se refiere su campo de acción.
Esto no quiere decir que los integrantes a quienes afectará la decisión no puedan dar su punto de vista u opinión, lo pueden hacer pero siempre se optará por aquella razón que más convenga a todos y no sólo a una mayoría, ya que las mayorías suelen aplastar a las minorías cuando se sujetan, por ejemplo, a un proceso electoral, y este ha sido el caso de la política universitaria donde quien gana ejerce el poder a más no poder por así decirlo sin que las minorías puedan ser tomadas en cuenta. Y conste que no me estoy refiriendo a los grupos de poder que actúan en el seno universitario, sino a la gran mayoría de la comunidad universitaria; el perdedor perdió y no puede tener acceso a los beneficios y garantías de los triunfadores, los que, se reducen por consecuencia a una minoría insignificante.
En este sentido los que ganan también pierden. Son perdedores porque todo proceso electoral hace que ganen los que compiten por el poder, los demás participan con su voto y ya, su actividad acaba con la emisión del sufragio sin que tengan que recibir una parte del poder accesado. La única excepción, como lo he dicho, son los líderes de los grupos que intervienen en la lucha electoral quienes tienen el tiempo y espacio necesario para negociar y legitimar con su pasividad a quien resulte ganador. En síntesis, el proceso electoral sólo hace ganador a unos cuantos que son los que detentarán el poder; sus bases electorales tendrán una victoria pírrica, ya que su voto sólo sirvió para uno sea el Rector y pueda llevar a cabo su proyecto, pero no tendrán beneficios directos en el ejercicio del poder y, los perdedores pierden todo, hecha excepción de quienes en tiempo y oportunidad pudieron negociar para ganar un espacio de poder.
El estudiante universitario es el gran perdedor. Vota, sí, pero su voto en última instancia no tiene más que la relevancia de hacer ganador a uno de los contendientes. Vota y desaparece de la escena política, aunque en el discurso se diga lo contrario. Quien gana representa a todos, pero ese representante no está sujeto a reglas que digan y aclaren el cómo se va a llevar a cabo la representación y sobre todo que poder tiene el representado en caso de que el representante –Rector- no actúe en beneficio de todos –no de la mayoría que lo llevó al poder-
Además, si la Universidad está constituida por aproximadamente 60 mil personas entre estudiantes, trabajadores administrativos y académicos, resulta cómico que, por ejemplo, los trabajadores voten para decidir quien será el representante de la parte patronal cuando todos están sujetos a reglas laborales constituidas en contratos colectivos. Está bien que los trabajadores voten por sus representantes, pero ¿votar por la parte patronal? Los hace en cierto sentido corresponsable del mal quehacer de estos. Por lo que toca a la clase estudiantil la Universidad está constituida por cerca de 20 mil estudiantes de preparatoria, lo que significa que esa gran cantidad de votantes prácticamente decidirá el rumbo de la elección; hay que considerar que los estudiantes del nivel medio superior no tienen la edad suficiente para ejercer sus derechos políticos tal y como lo establece la Constitución Política de México en su artículo 34, fracción I. En esta Universidad hacemos votar a los incapacitados por ley. Yo pregunto ¿Que conciencia política y conocimiento real de la Universidad tienen los chicos de preparatoria? Con rarísimas excepciones diría que ninguna; los pobres muchachos son utilizados por los líderes de opinión para votar por algún candidato o lo peor amenazados con malas calificaciones en caso de no obedecer.
El leiv motiv de los estudiantes es estudiar, prepararse para el futuro y poder así responder a las exigencias del mercado. La política debe analizarse y estudiarse dentro de un contexto académico, y no hacerlos parte de una lucha desgastante que sólo beneficia a una minoría escandalosa, por más pura que pueda ser ésta. En los procesos universitarios hay pérdida de clases; amenazas por parte de ciertos profesores si no se vota en un determinado sentido; división con sus compañeros que puede llegar y lo ha hecho, hasta los golpes; enemistades que en no pocas ocasiones afectan la vida institucional de la Universidad, etc. Todo ello engendra odios y se mal enseña la práctica de la democracia, y es así porque el terreno de la disputa política es el equivocado.
¿Los estudiantes tienen poder? Por supuesto que sí. Son la esencia suprema de la Universidad, sin ellos nada tendría razón de ser. Pero los estudiantes como tal deben ejercer esa fuerza en las organizaciones estudiantiles que al efecto se creen, por ejemplo la Federación Universitaria Guerrerense; es ahí donde los estudiantes pueden y deben hacer política para influir con sus propuestas la toma de políticas públicas en la institución. También pueden hacerlo a partir de la integración de los Consejos Académicos y de su representación en el Consejo Universitario y demás fórmulas concejales que al efecto existen o puedan existir. Pero no hagamos de la fuerza juvenil una arena política similar a la que se da en la lucha partidista, eso es tanto como desnaturalizar el quehacer propio de los estudiantes.
Los procesos electorales en las instituciones académicas son altamente desgastantes por el nivel de confrontación. Esto va en contra del motivo fundamental de toda institución académica. Las universidades son centros de cultura, formadoras no sólo de profesionistas altamente capacitados sino de personas con alta capacidad moral, y así, poder enfrenar los retos de una sociedad desgastante como la nuestra. La modernidad implica que los nuevos profesionistas sepan desde ya resolver los problemas del mundo cotidiano que está en constante transformación. Una Universidad que no comprende el mundo actual y el compromiso que tiene para con su juventud, es una Universidad mediocre que sólo aspira a lo mismo, dogmática y conservadora; por ello, la lucha universitaria debe dirigirse hacia la técnica y la ciencia como procesos transformadores de la realidad imperante. Si somos capaces de cumplir con ese objetivo se habrá dado un paso gigantesco en el compromiso social que la institución se forjó a través de los años.
La cuestión o problema que hay que resolver, consiste en madurar bien la idea de que los procesos electorales universitarios no nos conducen a nada, que no son democráticos y que sólo benefician a unos cuantos, que la misión de la Universidad se constriñe a la formación de cuadros aptos para resolver y transformar la vida social. Que nada bien hace a los estudiantes el meterlos en mecánicas o procesos de discusión que están fuera de su alcance y en donde sólo son utilizados como carne de cañón por quienes detentan los feudos del poder universitario.
Es tarea de los académicos construir un nuevo modelo para elegir Rector y Directores de Unidad. Ese modelo tiene que ser congruente y respetuoso de la autonomía universitaria. Con ello ganaríamos prestigio social y mandaríamos un mensaje de orden a la sociedad que siempre está pendiente de lo que sucede en el seno universitario. Ya no hagamos réplica de la lucha partidista en la Universidad. Estoy completamente seguro de que muchos trabajadores, estudiantes y académicos aprobarían gustosos un nuevo modelo, que sea democrático, en donde sólo los universitarios participemos y que el resultado sea congruente con las expectativas de una Universidad moderna, libre, universal y democrática.
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[1] Catedrático-investigador de la UA de Derecho de la UAGro

lunes, 15 de febrero de 2010

Sobre el proceso electoral actual para elegir rector de la UAG

Interesantísimas reflexiones sobre el futuro de la Universidad Autónoma de Guerrero, dignas de ser contestadas por los actuales candidatos a rector:
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La UAGro: El pensamiento secuestrado
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Dr. Humberto Santos Bautista[1]
Dr. Floriberto González González[2]
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Los debates que recientemente han tenido los dos candidatos a rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro), confirman que la Universidad perdió desde hace mucho tiempo la posibilidad de convertirse en una especie de conciencia crítica de la sociedad guerrerense y que dista mucho de estar a la altura de las expectativas que el pueblo de Guerrero depositó en este espacio de educación superior. Es lamentable que la UAGro, habiendo costado mucho al pueblo de Guerrero, no sea la universidad que los guerrerenses necesitamos, que no sea la casa de estudios con la que soñaron miles de luchadores sociales que entregaron su vida en la construcción de este proyecto educativo, porque se creyó que era la alternativa para superar los grandes rezagos que nos han acompañado a lo largo de la historia de Guerrero.
No es nada alentador que en lugar de debatir propuestas académicas, se intercambien descalificaciones, agresiones y hasta amenazas, lo cual muestra su pobre visión que tienen de la UAGro y de Guerrero. Hay un desconocimiento brutal de quienes son los guerrerenses y de quienes son los universitarios, en consecuencia, si se desconoce todo esto, ¿cómo se pretende desarrollar una propuesta de educación superior para unos sujetos que les son desconocidos? El discurso del Dr. Asencio Villegas Arrizón, es el mejor ejemplo de ello. ¿Cómo pretende el Dr. Arrizón, reformar la Universidad en un contexto como Guerrero, si el modelo que propone es el mismo que han diseñado los organismos financieros internacionales? ¿Cómo hacerle entender que Guerrero sigue siendo un estado eminentemente rural y que lo seguirá siendo al menos por las próximas dos generaciones? Pero, sobre todo, ¿Cómo le va a hacer para «empapar (?) a los universitarios de la interculturalidad para brindar respeto y oportunidades a los indígenas” si la idea que tiene de interculturalidad es mucho más atrasada que el indigenismo paternalista que tanto daño ha hecho a los pueblos indígenas? ¿Ahora se trata de adoptar un municipio indígena como si fueran huérfanos? ¿Sabrá el Dr. Arrizón, en su calidad de médico, que muchas de las brutales deficiencias que en materia de salud tienen los pueblos indígenas se deben precisamente al desprecio por su cultura y a una visión totalmente descontextualizada del problema? ¿De verdad –como él mismo lo afirmó-, ha dormido en alguna comunidad indígena por cuestiones de trabajo o para fomentar el turismo académico?
Me permito preguntarle todo esto, porque me parecen muy desafortunadas sus expresiones con relación a los pueblos indígenas y que sólo confirman lo evidente: la Universidad no tiene respuestas para atender la diversidad cultural del estado de Guerrero y esa misma incapacidad es la que no le permite generar conocimiento. No dudo que en los marcos ortodoxos de la medicina, el Dr. Arrizón sea un buen médico; sin embargo, la compleja problemática educativa de Guerrero, no se resuelve con recetas.
Pero por otro lado, lo que priva en ambas campañas es una pobre visión patrimonialista de la administración, y su ambición para acceder a los cargos burocráticos no tiene más fin que el de mantener privilegios personales o de grupo. En parte, tiene sentido el llamado que hace el Dr., Rogelio Ortega: Hay que crear una nueva Universidad, porque hoy la que existe -como decía un gran liberal mexicano del Siglo XIX de la Universidad Nacional de esa época-, casi se ha vuelto inútil, irreformable y perniciosa. La UAGro dejó de ser el espacio de creación y recreación del saber –si es que en algún momento lo fue-, y la han convertido en una agencia de colocaciones capaz de reproducir una burocracia corrupta, inútil e incapaz de generar conocimiento. Los grupos que se disputan el poder al interior de la Universidad rápidamente subordinan la academia a sus muy particulares intereses. Esta gris burocracia parasitaria –o nómadas estatales como diría Nietzché-, ha lucrado con la UAGro una y otra vez, al grado de que los pocos espacios donde se hace academia en serio, sobreviven a pesar de la adversidad y sólo por la voluntad de los profesores que se niegan a renunciar a la utopía, a pesar de los rectores en turno.
En este sentido, para cumplir con los fines superiores de la Universidad pública -concebida como proyecto para construir una nueva ciudadanía-, se requiere de una profunda reforma radical que no puede quedar reducida a simples cambios curriculares por competencias, porque en los nuevos escenarios de la llamada globalización –mundialización de la economía-, donde el conocimiento se ha convertido en la fuerza motriz de nuestras sociedades modernas, lo que realmente es urgente es que los universitarios debatamos algo más simple y a la vez complejo: ¿Cuál es la idea de conocimiento alrededor de la cual los universitarios pensamos organizar a la Universidad? Este no es un problema menor si tomamos en cuenta que en sus inicios como Universidad autónoma, en los años 70´s, se pretendió leer toda la problemática de Guerrero desde el paradigma de la lucha de clases en su versión más atrasada. El problema fue que en esos marcos no cabían los indígenas, las mujeres, los migrantes, y probablemente, ni los mismos universitarios. Desde esa ortodoxia, la UAGro fue incapaz de leer el contexto de su tiempo y fue derrotada porque no pudo trascender los límites de un paradigma teórico obsoleto.
Es precisamente por todo esto que cabría preguntarle a ambos candidatos: ¿Cuál va a ser el papel de la UAGro en la era de la globalización -en el siglo de la ciencia y la tecnología y una nueva economía basada en el conocimiento-, sin tener una idea clara de lo que es el conocimiento? Si el conocimiento se ha convertido en la fuerza motriz de nuestras sociedades modernas, ¿cómo se piensa educar a las nuevas generaciones de guerrerenses en este Siglo XXI? Es aquí donde no tienen respuestas, por el simple hecho de que no conocen a Guerrero sino desde la mirada acapulqueña de un café. Desde la academia se le mira con los límites que impone la ortodoxia y desde la política (en su expresión más primitiva) –que es en realidad su visión de fondo- se le mira desde la inmediatez coyuntural de manejar el presupuesto universitario, este es el fin de querer ser rector, y como consecuencia, están condenados a repetir la historia con todas sus perversiones.
El pueblo de Guerrero y los jóvenes universitarios tienen derecho a recibir una educación digna y de calidad. Las batallas que se han librado durante ciento sesenta años de su historia son tremendamente ilustrativas y son también la fuente de esperanza de que los guerrerenses merezcan un destino mejor. Por toda esa historia, los universitarios tenemos el deber cívico, ético y hasta moral, de recuperar la Universidad para todos los y las guerrerenses y convertirla en un centro de excelencia académica, donde se expresa toda la diversidad cultural de Guerrero y del Sur de México.
¿Cuánto más permitiremos las y los universitarios y los y las guerrerenses, una más de estas farsas electorales en la UAGro?
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[1] Docente investigador de la UPN 12 “A”, y también miembro del SNI.
[2] Docente investigador del CIPES-UAG.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Sobre el proceso electoral en la UAG para elegir rector

En la edición de febrero de 2010, de la REVISTA DE DIVULGACIÓN, aparece publicado el siguiente comentario:
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UAG y lo absurdo en procesos electorales
Floriberto González González
Docente_investigador del CIPES-UAG Doctorado en Educación
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De nueva cuenta la Universidad Autónoma de Guerrero ha entrado en un proceso electoral para elegir al próximo rector por el periodo 2010-2014, y en lugar de que la comunidad universitaria se viera envuelta en un proceso de discusión académica amplia, con foros, ciclos de conferencias y debates, para trazar los lineamientos y plantear las propuestas que le permitan a la institución fortalecerse académicamente, y que el próximo rector debiera implementar en su rectorado; hoy nos encontramos de nueva cuenta con la misma práctica de siempre que tanto daño le hace a la UAG como institución educativa y a toda la comunidad universitaria: descalificaciones, agresiones verbales, divisionismo y enfrentamiento entre alumnos y trabajadores, chantajes, venta de calificaciones, manipulación de estudiantes preparatorianos y de nivel licenciatura, ofrecimiento de nuevas categorías a profesores que aseguren determinado número de votos, ofrecimiento de plazas de confianza, basificaciones, repartición de la administración entre los grupúsculos y corrientes políticas que apoyan a uno y otro candidato, entre otras.
¿Qué de democrático tiene una elección de autoridades universitarias bajo esta lógica de la lucha por el poder, por el poder mismo? Me pregunto, y ojala la comunidad universitaria se plantee las siguientes interrogantes:
¿Cuánto más soportará la nómina universitaria, que cada elección de rector se incremente el número de trabajadores de confianza, gane quien gane? Porque uno de los principales problemas de tener una nómina sobrecargada es precisamente eso, los trabajadores de confianza que se incorporan como premio por su apoyo en las campañas.
Le pregunto a ambos candidatos, si los puestos de la administración van a alcanzar para cumplirle a todas las organizaciones que los apoyan, porque el apoyo es bajo esa lógica, y bajo esta práctica es que han sobrevivido las diferentes corrientes y organizaciones políticas.
Me pregunto si a pesar de que la universidad tiene problemas de recursos, se seguirá manteniendo al club de asesores que usurpan funciones de las secretarías, direcciones, coordinaciones, y que más que ser asesores, son un club de cuates, de amigos, de incondicionales.
Le pregunto a ambos candidatos de donde están saliendo los cuantiosos recursos para movilizar estudiantes, propaganda, desplegados, spots, etc.
Me pregunto si es pertinente seguir eligiendo a las respectivas autoridades universitarias, desde el rector hasta los directores de preparatorias, bajo esta práctica que de democrática no tiene nada.
Esta forma de elección de las autoridades universitarias, lo único que ha dejado a la institución es una secuela de agravios entre los profesores, lo cual no permite el trabajo colegiado, porque se ha priorizado tanto lo político, que lo académico sigue estando en segundo término; simplemente hay que ver los indicadores de los Cuerpos Académicos. ¿Cuántos Cuerpos Académicos quedarán desintegrados o enfrentados sus miembros, por no coincidir con el mismo candidato? Tanto trabajo y esfuerzo para avanzar en lo académico, para que una elección lo tire a la basura.
La impunidad y la falta de institucionalidad en la UAG, se debe precisamente a esta forma de elección de autoridades. Se puede cobrar sin trabajar, hacer política en los partidos y cobrar en la UAG, pasar por encima de la norma y no pasa absolutamente nada, es más, se puede robra del presupuesto universitario, o de los programas federales, y tampoco pasa nada. Simplemente porque todo se arregla políticamente.
Y por otro lado, me preocupa que la frontera entre la institucionalidad de la universidad y los poderes fácticos vaya a ser rebasada, y éstos últimos hagan presencia en este proceso electoral en ambas candidaturas, porque de ser así, entonces hay que pagar la factura, la cual le saldría a la institución demasiado cara.
Me parece que es tiempo de terminar con esta forma tan absurda y rupestre de elegir autoridades, que a los únicos que beneficia es a las organizaciones y corrientes políticas, las cuales ya son un lastre para la universidad, la cual debiera regirse por la academia, y buscar una forma de elección novedosa y civilizada, que potencie la docencia, la investigación y la vinculación.
Este es uno de los retos del próximo rector, lograr de una vez por todas, terminar con esta práctica por demás obsoleta y absurda. Digo, si es que en verdad se quiere hacer algo por la Universidad Autónoma de Guerrero.
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Consultado en:

jueves, 4 de febrero de 2010

La Constitución de 1917 y el centenario de la Revolución


La Constitución de 1917 y el centenario de la Revolución
Marcial Rodríguez Saldaña
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Dentro de la conmemoración del centenario del inicio de la revolución mexicana, no puede pasar desapercibido un aniversario más de la Constitución Política de 1917, que fue el resultado institucional con el cual concluyó el movimiento social y político más importante de México en el siglo XX.
1. La guerra de independencia fue un movimiento que logró romper las cadenas de la esclavitud, la creación de una nueva patria, la formación de una nuevo Estado-Nación, que se formalizó en la Constitución Política de 1824, mediante la creación de una república en oposición a la monarquía y el nacimiento del sistema federal en oposición al sistema central.
2. El movimiento de reforma, encabezado por los liberales de la mitad del siglo XIX, defendió el sistema republicano al derrocar a un dictador como Antonio López de Santa Anna, quien se había autoproclamado emperador; creó el estado laico y en la constitución de 1857 consagró un catálogo de derechos humanos.
3. La revolución mexicana fue producto de una crisis social, de la sobreexplotación de los campesinos, de la excesiva acumulación de la tierra en manos de los terratenientes, de la apropiación de los recursos naturales por compañías extranjeras, de la falta de derechos para los obreros de una industria incipiente, de la perpetuación en el poder de un dictador y de una clase política anquilosada y de la falta de democracia.
4. La revolución mexicana fue el último camino que tuvo Madero -quien era un pacifista convencido- Zapata, Villa y Carranza, para destruir a un régimen obsoleto; por ello fue significativo el surgimiento de una nueva constitución que afianzara las columnas de un nuevo pacto social entre la nación mexicana, que recogiera las principales demandas de la revolución.
5. La iniciativa que Venustiano Carranza envió al congreso constituyente, la presentó como un proyecto de reformas a la constitución de 1857, pero realidad se aprobó una nueva constitución – la de 1917- que incluyó las reivindicaciones revolucionarias como el derecho al sufragio para elegir periódicamente a los gobernantes, la actualización del derecho a la educación, los derechos laborales y el derecho a la tierra.
6. A casi cien años del inicio de la revolución mexicana, en el año del centenario -2010-, los derechos sociales como el del trabajo, la tierra y los derechos políticos, por los que murieron más de un millón y medio de mexicanos, se mantienen como una deuda pendiente de los gobiernos post-revolucionarios, por ello en México, hoy se debe luchar por un régimen político profundamente democrático, que garantice la más amplia gama de libertades, derechos y de justicia social.
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*Presidente del Consejo Ciudadano para la celebración del Bicentenario de la Independencia de México y el centenario de la Revolución en el Estado de Guerrero.
Artículo publicado en “El Sur” el 04 de febrero de 2010.

martes, 2 de febrero de 2010

Nota sobre Museo del Ferrocarril, en Iguala

En DIARIO 21, de Iguala, Gro., el domingo 31 de enero de 2010, aparece la siguiente nota en la columna PARLAMENTO, de Luis Luna:
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* El Museo del Ferrocarril
*Reinicia actividades el Patronato Amigos de la Biblioteca
*Diorama artistas igualtecos en Museo Espíritu de Iguala
*El 16 de junio de 1898 la línea “C” del ferrocarril llegó a Iguala y en 1899 llegó a su máxima construcción en Balsas.
Desde principios de los años noventa del Siglo XX, creció el rumor de que el ferrocarril dejaría de prestar servicio hacia el estado de Guerrero, el gobierno de Ernesto Zedillo, así lo había decidido, bajo el criterio de que los ferrocarriles nacionales eran una pesada carga para el gobierno.
Finalmente, se dio y a los igualtecos no nos quedó más que los vestigios de una estación y un conjunto de vagones que el tiempo y la indiferencia gubernamental se han encargado de enmohecer.
A mediados de septiembre del 2009, en el marco del festejo del inicio de la lucha de Independencia, la Secretaría de Desarrollo Social, se dio a la tarea de acondicionar las salas de la antigua estación, destinando una como museo, en la cual actualmente se exhiben algunas piezas de locomotoras y algunos datos de diversas épocas.
En esta columna se ha comentado de la necesidad de acrecentar este acervo, gestionando una mayor material, fotográfico y de piezas que sirvan para ilustrar ese magnífico periodo.
Se entiende que no hay un recurso específico por parte del gobierno municipal y que como siempre, todo se hace con la mejor intención, sin embargo, el no acercarse a expertos en la materia –recordemos que en Iguala se cuenta con un Consejo de la Crónica Municipal, la Revista Reevolución y una comunidad cultural que trabajaría incondicionalmente como asesores y aportación de diversa índole- estos intentos derivaran en disparatadas acciones.
Y es que si usted, amable lector se da una vuelta por la mencionada antigua estación, se llevará la sorpresa de que uno de los vagones de pasajeros, el cual se ubica justo al frente de la construcción, con el afán de ser remozado, fue pintado a brocha sin haberse preparado para tal fin –lijado, resanado y sellado-, además de haber usado pintura esmalte de marca económica.
Es precisamente el vagón de color amarillo el cual no se ha terminado de pintar y se notan las capas desiguales aplicadas y las escurriduras, lo que significa –sin caer en la exageración- en un atentado contra el patrimonio histórico de la ciudad.
Estas acciones son una constante en este municipio anárquico y anacrónico en que con sorpresa descubrimos ayer sábado 30 de enero que la escultura -de por sí de mala manufactura- de Don Magdaleno Ocampo había sido pintada de dorado en lugar de platinarla.
Ojala que estos comentarios sirvan para hacer hincapié en nombrar una Junta de Conservación del Patrimonio Histórico de Iguala, sobre todo en este tan cacareado 2010, año del Bicentenario.
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Carlos Zubillaga Ríos, presidente del Patronato Amigos de la Biblioteca, anunció que en breve estarán acercándose a los diversos actores políticos que les compete el tema de la Biblioteca Pública “Ambrosio Figueroa” para lograr mejoras al inmueble.
Posterior a la reunión sostenida el viernes 29 del presente con integrantes del Consejo Ciudadano de Cultura Iguala A. C., Zubillaga Ríos mencionó que estarán retomando acciones que por cuestiones de tiempo se habían dejado en receso “sin embargo, ya estructuramos un plan de acción que habrá de dar continuidad de gestión ante la Regiduría de Cultura y diputados locales”.
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Con la participación de más de veinte artistas igualtecos, el Centro Cultural Tiempo y Espacio que dirige el pintor Félix Ocampo Manzanares instalará el diorama “Artistas Igualtecos” en el Museo Espíritu de Iguala y habrá de contemplar las diversas disciplinas artísticas que van desde pintura, escultura, fotografía, danza, música y teatro.
Ocampo Manzanares comentó que en esta edición le fue cedido el espacio que anteriormente ocupó la sala de conferencias, “el espacio es de ciento cincuenta metros cuadrados y está siendo acondicionado para que de manera óptima el visitante pueda apreciar esta exposición en participan entre otros, los pintores Alberto Cisneros, Roselia Mendoza y Gerardo Mazón; en teatro, Guadalupe Ayala, Heliodoro Adame y Rodrigo Vivanco; en danza Hugo Hernández y Oscar Viveros; en arquitectura Samuel Porras y en fotografía, Fernando Parra.
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Puede consultarse en: