martes, 22 de junio de 2010

A propósito del caso ABC

Un Poder (Judicial) sin suficiente poder

Mario Melgar Adalid
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La decisión de la SCJN en el caso ABC demuestra que la facultad constitucional de investigar es un desvarío jurídico
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Si en el futbol el árbitro decreta un penalti y el equipo sancionado no acepta la decisión, sobreviene el caos. El árbitro no juega, pero sin su participación no hay partido posible. Lo mismo sucede con las resoluciones judiciales. Por ello la decisión de la Suprema Corte en el caso de la guardería ABC demuestra, una vez más, que la facultad constitucional de investigar es un desvarío jurídico. Ni siquiera las malas experiencias de Aguas Blancas y Lydia Cacho sirvieron para que la Corte informara públicamente que esa facultad es meramente declarativa. Se requería una gran campaña de difusión de los límites y limitaciones de la Suprema Corte en las investigaciones sobre violaciones graves. Tenía dos caminos: no investigar o dejar una huella en la historia. Decidió por una tercera que resultó la peor: hacer como que hacía.
Dice la Constitución que la Suprema Corte podrá investigar la violación grave de garantías. Lo que no puede es emitir una sentencia. Eso debió saberlo todo el país y no haber generado la expectativa de que la Corte haría la justicia que el país esperaba.
La Corte sabrá derecho, pero no entiende de política, no sabe de comunicación y ha desorientado a México. Agravó aún más a las confundidas familias de los niños de Hermosillo. Su argumento jurídico frente a la tragedia causa indignación, como bien escribió Zabludovsky ayer en El Universal.
Tuvo la gran oportunidad de haber seguido la ruta fijada por el ministro Arturo Zaldívar. Tuvo la oportunidad de demostrar que sí es un tribunal constitucional. No bastan los spots de la radio y los desplegados que pretenden convencer al público acerca de que la Corte es tribunal constitucional. Sólo los expertos conocen tales alcances. Ni siquiera el hecho de que Daniel Karam, director general del IMSS, relevado moralmente de cualquier responsabilidad —que seguramente no tiene, como tampoco Juan Molinar, el director anterior del IMSS— se refiera, zalamero, a la Suprema Corte como tribunal constitucional la convierte en uno auténtico.
Zaldívar habló de un nuevo paradigma. El paradigma es que como tribunal constitucional hubieran interpretado el verdadero sentido y propósito de la Constitución. El papel de la Corte como el poder por encima de los demás poderes. Como el árbitro del partido en el que juegan el Legislativo y el Judicial. Tuvo la gran oportunidad que les brindó un ministro creativo, sensible socialmente. Zaldívar dijo que la única razón que justifica su presencia en la silla que ocupa es la defensa de los derechos fundamentales.
Había salida. En Estados Unidos, la Suprema Corte marcó la ruta hace más de medio siglo. Determinó que la segregación racial era una vergüenza de ese país. Como lo es ahora para nosotros la guardería ABC. No está escrito literalmente en la Constitución de Estados Unidos que los negros y los blancos son iguales. Tampoco está en la nuestra que es grave la muerte de 48 niños quemados por negligencias inexcusables.
Fue la Corte de Estados Unidos la que institucionalizó la esclavitud en ese país y la que desató la Guerra de Secesión. Después, tímidamente, resolvió que negros y blancos eran iguales, pero deberían estar separados. Estuvieron separados, pero nunca iguales durante medio siglo. Fue necesario que Earl Warren, el justicia mayor, llegara a ese tribunal con liderazgo moral y político para convencer a los jueces asociados que negros y blancos son efectivamente iguales (Brown vs. Board of Education). Larga lucha que llevó a Obama, un afroamericano, a la Casa Blanca, no a servir cocteles ni a abrir las puertas a los invitados, sino a presidir dignamente ese país.
No fue una decisión automática. Se requirió la solvencia moral de la Suprema Corte para forzar la integración. Quienes tenemos huesos viejos recordamos los episodios en los estados del sur de Estados Unidos que se negaron a cumplir con la sentencia. Uno de los casos más sonados es el que tuvo lugar en 1958, al negarse el gobernador de Arkansas, Orval Faubus, a ejecutar un decreto judicial que ordenaba la admisión de nueve estudiantes negros a la escuela secundaria de Little Rock. El asunto llegó a ser de interés nacional al intervenir el presidente Eisenhower y ordenar el ingreso de los estudiantes con el apoyo de las tropas federales. El asunto de Little Rock demostró varias cuestiones. La Corte había fijado una línea en materia de integración racial en las escuelas que no tendría vuelta atrás, la intervención de las tropas federales mostraba que el gobierno en Washington actuaría en apoyo a las decisiones judiciales para implementarlas y no dejar duda de que se debería cumplir con sus mandatos y también que el Sur seguiría poniendo trabas y dificultades para implementar la integración racial.
La Corte fue un árbitro que simplemente hizo cumplir su majestad e imperio. Algo que nos hace falta a nosotros en el caótico juego en el que ahora participamos y vamos perdiendo.
Los deudos no tuvieron otra salida que acudir a la justicia internacional. Solicitaron la creación de una relatoria de la ONU que informe sobre las irregularidades del caso. Lamentablemente, no servirá de mucho.
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Publicado en Excelsior, 2010-06-22 05:00:00

lunes, 21 de junio de 2010

Sobre Elena Garro en Iguala

El certamen de cuento “Elena Garro” retoma del olvido gubernamental la figura de la escritora

Luis Luna
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Francisco Guerrero Garro, afirmó que “la obra de Elena Garro es Iguala, ella vivió aquí diez años y su principal obra Los Recuerdos del Porvenir con la que se inicia el realismo mágico en la literatura latinoamericana, es Iguala; no hay más que leer el primer párrafo… Aquí estoy entre estos cerros metida”.
Guerrero Garro sobrino de la escritora; quien asistió como invitado especial a la reunión del Consejo Ciudadano de Cultura Iguala A. C., organismo que emite la convocatoria de cuento corto, declaró que esta iniciativa retoma del olvido gubernamental a Elena Garro y la pone en boga, “es algo que yo veo como muy positivo, la ciudadanía organizándose para proyectar a sus principales personajes, sobre todo a Elena Garro quien siempre se sintió identificada con Iguala, lugar al que adoraba”.
Ante la inquietud expuesta por Saúl Moctezuma, consejero del organismo ciudadano referente a realizar la propuesta ante el congreso del estado para que se logre una iniciativa de ley y que por lo menos en Iguala sea obligatoria la lectura de Recuerdos del Porvenir, tal como sucede en Jalisco con la obra de Juan Rulfo, Francisco Guerrero opinó que es una propuesta viable, “sobre todo por que hasta donde yo se es el único libro en que la historia sucede en Iguala, es decir Los Recuerdos del Porvenir no es una invención, es algo que paso aquí, los generales que ahí aparecen, las familias, los personajes, son gente que eran amigos de mi abuelo; lo que hizo Elena fue acordarse en esa memoria prodigiosa que tenia, lo que ella vivió en esos diez años y luego redactarlo con esa magia que tenia para escribir”.
A pregunta expresa de este reportero respecto a que la iniciativa de lanzar la convocatoria en coordinación con el Senador Lázaro Mazón corra el riesgo de que se politice, afirmó que el Consejo Ciudadano gestiona ante diversas instancias, como en el certamen de declamación Catalina Pastrana que se realizó en coordinación con el ayuntamiento que preside el priista Raúl Tovar y que con seguridad el siguiente certamen de poesía “Salustio Carrasco” lo realizaran en coordinación con algún otro personaje o empresa, pues el consejo se maneja de manera plural y apartidista, “finalmente el objetivo es impulsar el desarrollo cultural del municipio apoyado de actores políticos, empresas e instituciones que persigan el mismo objetivo”.
“Además, Lázaro Mazón fue el primero que hace un homenaje a Elena Garro, en uno de sus periodos de gobierno municipal, al develar una placa en la construcción en que la familia de la escritora vivió en Iguala”, finalizó Guerrero Garro.

martes, 15 de junio de 2010

Mariguana, ¿Mito genial?, de Mario Melgar Adalid

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Mariguana ¿Mito genial?
Mario Melgar Adalid
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El mundo gira alrededor de una pelota de futbol. El único país que no padece la fiebre mundialista es Estados Unidos. País que desea mostrarse distinto al mundo, cuando todo el mundo quisiera ser americano. Nadie fue a celebrar en Washington que el portero inglés hubiera dejado pasar a la portería una pelota que Mateo, mi nieto, hubiera detenido. A pesar de la ilusión futbolera la vida sigue su curso. Ni siquiera el día de la inauguración pudo detenerse la violencia mexicana. El peor día del sexenio.
México sufre. Las lacras las conocemos: pobreza, corrupción violencia, crímenes, inequidad, impunidad, torpeza gubernamental.
La solución del gobierno, guerra, guerra contra las drogas, no funciona. Dicen que el epicentro de nuestros males son las sustancias prohibidas que transitan por el país y las que aquí se producen. El costo de la guerra debería ser compartido equitativamente por México y Estados Unidos. Las estadísticas van en contra nuestra. Son de lamentar los setenta y nueve ciudadanos estadunidenses que murieron por la violencia derivada de los drogas en 2009. En México tuvimos que deplorar ese mismo año, casi ocho mil, mayoritariamente jóvenes. La cuenta total desde que inició el gobierno de Calderón la sabe todo México. Ya van más de 22 mil asesinados.
Las dos posiciones sobre el problema son maniqueas. Una, la del gobierno y amplios sectores en Estados Unidos de que la culpa es de los estupefacientes. Calderón personifica en esta trama el papel de un Elliot Ness vernáculo, frente a un país que se mira corrupto, incapaz de gobernarse, con una historia de lacras sociales que abarcan las corrupciones política, judicial, policiaca, militar, empresarial. La otra, la de pensar que todos los males de México los producen Estados Unidos por el consumo indiscriminado de drogas y por la tolerancia en permitir la venta de armas que ingresan al país. En esta otra visión los mexicanos somos, como niños, incapaces de evitar el contrabando de armas y además no sabemos a dónde llegan decenas de miles de millones de dólares que entran a la economía.
Hay una tercera que no se quiere ver. La de ex presidentes de Latinoamérica, César Gaviria, Fernando Henrique Cardoso y Ernesto Zedillo por México, avalada por personas inteligentes (Carlos Fuentes), sobre la conveniencia de considerar la legalización de algunas drogas.
Es claro que el gobierno de México diga No a la legalización. Sería tanto como declarar la guerra a Estados Unidos. No obstante hay que revisar el problema serenamente, como nación independiente.
La nueva agenda de Estados Unidos la fijan los estados del oeste: Arizona, la ampliación de los derechos a portar armas y la migración. Nevada, la legalización de la prostitución. California la legalización de la mariguana.
En un futuro, de seguir adelante la ruta de la legalización en California, estaremos ante el absurdo de matarnos, literalmente, en México por evitar que la mariguana llegue a Estados Unidos, mientras en Chula Vista, al cruzar la línea de Tijuana, se cultiva mariguana en las macetas. La experiencia de la prohibición del alcohol en Estados Unidos puede servir para revisar si vale la pena seguir con la guerra sin estrategia. La mariguana produce el sesenta por ciento de las utilidades de los cárteles mexicanos. No se ha comprobado que su consumo sea dañino. No se sabe de accidentes automovilísticos por conducir bajo los efectos de la mariguana, mientras hay miles de muertes por hacerlo bajo los efectos del alcohol, totalmente legal. ¿ No será que se está dando una batalla contra un mito genial, contra un fantasma además inexistente ? Ya que la pequeñez del gobierno impidió una reflexión nacional sobre el Centenario y el Bicentenario, al menos los ciudadanos pensemos cómo salir del hoyo.

La resurrección de los héroes de la patria, de Jaime Salazar Adame

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La resurrección de los héroes de la patria
Jaime Salazar Adame
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Los espíritus de los héroes principales de la patria, Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, José María Morelos, Mariano Matamoros, Mariano Jiménez, Francisco Xavier Mina, Vicente Guerrero, Leona Vicario, Andrés Quintana Roo, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria, salen de sus sepulcros de la Columna de la Independencia y desafían a la muerte, la que al tiempo de querer sepultar su memoria en el olvido, quiebra su horrible guadaña y queda desarmada, porque la muerte no tiene poder sobre los héroes.
Los genios de la gratitud y libertad los han puesto andar de nuevo hace unos días, haciéndolos marchar con la pompa de las ceremonias militares al Castillo de Chapultepec, donde serán estudiados y analizados científicamente, para que sus huesos no se confundan y puedan pasar lista de presentes el 1º de agosto de este año, en la exposición México 200: la patria en construcción.
El asunto que se trama sobre los desbaratados esqueletos de estos ilustres personajes, es el de un análisis etnogenético de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que servirá para determinar estatura, edad, sexo, enfermedades y causas de defunción de las 12 osamentas de quienes antes que la esclavitud prefirieron la muerte. Restos muy honrados echados siempre fuera de casa, puesto que desde el 17 de septiembre de 1823 empezaron a depositarse en un laberinto de huesos en la Catedral Metropolitana.
No obstante, son muertos que reciben nueva vida laica al ser reinhumados y cambiados de domicilio el 16 de septiembre de 1910, cuando el presidente de la República Porfirio Díaz inaugura el monumento a la Independencia, en las llamadas fiestas del Centenario de la Independencia de México, que durarían todo septiembre, para reposar en la Columna de la Independencia, popularmente denominada El Ángel de la Independencia, por la victoria alada que corona su cúspide.
Tales festejos habían iniciado en 1907 en toda la República, pero fue en la ciudad de México donde fueron más fastuosos. Con gran bombo y platillo se celebraron las fiestas en las que participó la población, aunque hubo actos y homenajes que estuvieron reservados para un grupo selecto, como el baile del centenario ofrecido por Porfirio Díaz. La prosperidad económica durante el porfiriato no fue accesible para todos, pero el régimen y los miembros del Partido Científico, “partido de los cientísicos” decía el vulgo con sorna, trataron de hacer creer al mundo en estos agasajos que la estabilidad política y social se había logrado definitivamente en el país, cuando solamente cinco meses después, don Porfirio salía a Francia exiliado.
Los huesos dichosos de los héroes excomulgados y considerados traidores por la Corona española, habían de entrar en México con tanta pompa y solemnidad nunca vista, el arquitecto Antonio Rivas Mercado sería el artífice del monumento dedicado al Tabernáculo de la Patria, inspirado en una columna de la ciudad de Burdeos, Francia, difiriendo de ella únicamente en los motivos patrios y alegorías.
La base del monumento es cuadrangular y en sus ángulos están colocadas las estatuas que representan la ley, la justicia, la guerra y la paz. Los caudillos insurgentes, Morelos, Guerrero, Mina y Bravo, tienen estatuas en lugar prominente. El Padre Hidalgo en una maravillosa escultura, aparece tremolando la bandera de la insurgencia y rodeado de sus principales lugartenientes.
Los huesos desgraciados son de los encargados de aplicar la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental que deben remitirse con desprecio a ningún camposanto o de consuelo al de San Lázaro, que nada nos han de hacer, porque dignos son los cadáveres de nuestra consideración, aunque sólo sirvan para dar a conocer cómo los llorados huesos se van reagrupando en sus antiguos esqueletos.
El alto designio de identificar con acierto el pasado glorioso de los primeros promotores de nuestra independencia pertenece al pueblo agradecido, quien sanciona las amables y benéficas virtudes que le adornan a los próceres del bicentenario, cuyos restos mortales veremos con admiración brillar en el magnífico espectáculo de un funeral por cortesía oficial.
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Publicado en La Jornada Guerrero, del 15 de junio de 2010.