lunes, 28 de noviembre de 2011

Aviones en Acapulco...

Yo, ciudadano

Aviones
Gustavo Martínez Castellanos
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Quiero ofrecer una disculpa a mis lectores por no haber subido desde el sábado la reseña de la presentación de mi libro, Siete modelos femeninos para William Shakespeare; la cena de celebración con mi familia, la boda de una de mis hermanas el domingo, la tornaboda el lunes en la playa, un viaje que inicié el lunes en la noche y que terminó ayer, y compromisos varios impidieron que me sentara a realizar la reseña. Aún más, la boda y la tornaboda me indicaron que escribir sobre este fin de semana en Acapulco era más urgente.
Mientras los novios se desposaban ante un juez en un local de la Condesa, el cielo brumoso de la bahía era insistentemente trazado por potentes aeronaves. Abajo, las playas estaban abarrotadas de turistas y acapulqueños. Había mucha gente en restaurantes y tiendas y una cantidad excesiva de autos en la costera. Todo esto había iniciado el sábado, llegó a su clímax el domingo pero terminó subrepticiamente la mañana del lunes.
Casi todos los invitados se estremecieron con el rugir de los potentes motores de los aviones. Casi todos tomaron fotos. Casi todos se asomaron aunque fuera una vez al balcón para verlos –sobre todo a los imponentes helicópteros de la Armada de México que hicieron maniobras en la cuenca del arroyo de la cañada de los Amates- y después de un rato, casi todos estaban cansados de respirar el penetrante tufo a combustible quemado que dejaron en el aire las intrépidas naves. A la noche, nadie las recordaba. Había sido un suspiro.
Desde que se presentó el Air Show en Acapulco por vez primera manifesté mi desacuerdo con que ese tipo de eventos se realizaran aquí. En ese entonces gobernaba Guerrero Zeferino Torreblanca; y, Acapulco, Félix Salgado. Y la izquierda local estaba metida en el clásico lío definitorio de toda izquierda contemporánea: ideas vindicatorias, teoría marxista, praxis burguesa. Por ello, como aquella vez, por “rescatar a Acapulco” muy pocos políticos, ideólogos y ecologistas sintieron resquemor por la presentación del “Air Show”. Y quienes se sintieron obligados a pronunciarse en contra fueron finalmente “convencidos” de sus virtudes por ambos gobiernos. Y por una prensa “de izquierda” pero bobaliconamente entusiasmada con ese circo burgués y otros no menos bizarros.
Por mi parte mi desacuerdo fue y aún es por razones apegadas a nuestra realidad.
Acapulco no es un pueblo con tradición tecnológica como aquellos en que se diseñan, construyen y venden aviones. Allá los espectáculos aéreos sirven para probar a sus pilotos y para hacer menos macabra la misión de muerte y destrucción de esos aviones (y de esos pilotos) porque casi todos son aparatos de guerra. En México sólo vivimos eso con los vuelos rasantes de provocación del ejército mexicano contra los zapatistas en Chiapas.
Acapulco, en cambio, es un lugar cuyo mayor referente es la naturaleza: el paisaje, la ecología, el clima; elementos que juntos se convirtieron en ventajas de muy alto nivel en el mercado turístico. Además de nuestra cercanía con Estados Unidos y Europa que, con referencia a Centro y Sudamérica, nos mantiene en un nivel privilegiado.
Esas ventajas, sin embargo, devinieron en desventajas en cuanto se implantó aquí el modelo turístico estadunidense que exige hotel con playa; pavimentación y construcción en donde sea (acantilados, estuarios y ensenadas) y un uso rapaz del paisaje, la ecología y el clima, entre más valiosos, más caros; es decir, inaccesibles para las clases media, baja y depauperada. Ese esquema dio como resultado una ciudad inoperante, caótica, ineficaz; tanto para el descanso como para el desarrollo de la industria y el comercio. Por si fuera poco, la voracidad de líderes y políticos y de compañías tanto extranjeras como locales, originó una rémora de prestadores de servicio que cada temporada expolia, defrauda y maltrata al visitante. De esa forma el turista sale de Acapulco jurando no regresar nunca. Y no regresa. Ya lo vimos. La puntilla la vino a dar la violencia que vive el país todo, y que aquí se agudizó por dos factores locales: la siembra de enervantes en la sierra y su trasiego por costa y el alto consumo en los sitios turísticos. Acapulco, el más dinámico.
Traer de nuevo al turista a Acapulco y a Guerrero, requiere entonces de un trabajo de reversión de ésos, nuestros grandes problemas locales: la polución, es decir, playas limpias, transporte no contaminante ni por gases ni por ruido; el ambulantaje (el lunes había más ambulantes que turistas en las playas), ordenamiento del transporte urbano y el abatimiento de todas las mafias -incluidas las de temporada-, sólo por señalar una: hay lugares en la costera en la que restauranteros y tenderos impiden que el visitante estacione su auto si no va a consumir en sus locales. Ante este panorama, un análisis somero indica que la inoperancia de la ciudad y sus aberraciones –como evento urbano- no son los únicos responsables de la huída del turismo sino una increíble falta de conciencia con base en un sentido de identidad y de pertenencia con referencia a nuestra ciudad y lo que es.
Debo insistir en que es urgente revalorar nuestras virtudes y bondades en función de nuestros valores humanos, nuestras tradiciones y costumbres, nuestros ecología y paisaje. Nuestra cosmovisión. Trabajar en eso requiere de otro tipo de esfuerzo entre sociedad y gobierno; por poner un ejemplo diré que debe ser similar al que realizó la ciudad de Guadalajara para obtener el galardón de que estos Panamericanos hayan sido calificados como los mejores de toda la historia. Por supuesto, hay muchísimos factores culturales y económicos a favor de la Perla Tapatía para ello; pero hay muchísimos más en experiencia en materia turística en la Perla del Pacífico, pues, en turismo, Acapulco es potencia. En México y en el mundo nadie puede negar eso. Nuestra idea de la tecnología, entonces, tendría que ver de forma muy particular con el turismo y todas sus concomitancias: desde innovaciones en materia de servicio al cliente hasta la experimentación en materia gastronómica y coctelería. Por supuesto, el cuidado y preservación de nuestra ecología y de nuestros lugares emblemáticos –y sagrados-, el conocimiento de nuestra historia local y la orientación tanto de la ingeniería civil como de la arquitectura en función del arribo a una mayor operatividad del urbanismo y del abatimiento de energéticos fósiles para preservar limpio nuestro entorno y prístino nuestro paisaje. El turismo es lo nuestro, visto como una parte –muy pequeña pero específica- de nuestra identidad. Alentar su investigación, su promoción, su enaltecimiento como el producto de nuestras potencialidades nos puede ayudar a reinventarnos, a recuperarnos y a pelear por el quinto lugar en el ranking mundial que los gobiernos de Felipe Calderón y Ángel Aguirre nos propusieron hace seis meses.
Sí, este fin de semana el empresariado local tuvo un respiro económico, pero no hay que olvidar que fue gracias también a muchos factores conjuntos: el puente del día veinte, el “fin de semana más barato”, el adelanto del aguinaldo. ¿Cuándo se repetirán esas condiciones? No observar eso puede significar un gran error en este momento.
Por ello, insisto en que gobierno y sociedad necesitamos trabajar en lo nuestro y, desde sus raíces netamente culturales, perfeccionarlo. Debemos concienciar al empresario y al prestador del servicio, y otorgar al acapulqueño y al guerrerense identidad. Sentido de pertenencia. Bonitos aviones. Ya se fueron. Ahora sólo quedamos nosotros. Nosotros.
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Felicidades a mi hermanita Rosy y a Andrés por su boda, que Dios los bendiga siempre. En la próxima entrega, la reseña de la presentación de mi primer libro. Vale.
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Sobre el Festival de Cine de Acapulco

Yo, ciudadano

Festival de Cine en Acapulco
Gustavo Martínez Castellanos
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El cine ha hecho de Acapulco una ínsula. Desde 1928 que se grabó aquí por primera vez una película, hasta hoy día, el cine que ha llegado a nuestro puerto sólo se ha quedado en la efímera forma de una filmación o en la ostentosa presentación de reseñas y festivales. Y se ha vuelto a ir. A reserva de 1914, que fue motivo del holocausto del teatro Flores.
El cine es otra de nuestras no-tradiciones, una más de nuestras no-tecnologías; la más grande de nuestras no-expresiones. Porque, y a pesar de ser Acapulco la ciudad en la que más películas se filmaron después de la posguerra, aquí no hacemos cine. Y por lo que se puede vislumbrar, en un futuro próximo, tampoco se va hacer.
La sentencia no es vana. Por principio de cuentas no tenemos industria fílmica como el Distrito Federal, Baja California o Durango. No tenemos escuelas de fotografía y de actuación, ni institutos de letras que promuevan el guionismo. No tenemos una clase económica que se interese en la producción; ni tenemos la estructura social ni cultural para promover el consumo, el análisis y la emisión de propuestas con referencia al cine de arte. Al buen cine. O cuando menos, al cine. A secas.
Peor aún: el cine que nos llega es lo más vacuo e insustancial de Hollywood. Peor que peor: las distribuidoras ni siquiera envían el cine más vacuo e insustancial de otras latitudes. Bollywood, por ejemplo. No sé si esta condena a una sola visión justifique la obstrucción tanto de universidades como de medios locales para promover el cine de arte en sus respectivos espacios. Lo único cierto es que, en materia de cine, somos una ínsula. Un punto perdido en el océano de esa gran carencia cultural.
Esa carencia causa pasmo cuando vemos que el Instituto Guerrerense de Cultura avala el Festival Internacional de Cine de Acapulco con sus desaciertos. El mayor: la falta de una motivación local para erigir de un festival de cine una vertiente cultural. ¿Qué director, que fotógrafo, qué musicalizador, qué guionista, qué escenógrafo, qué editor, qué actor acapulqueño o guerrerense puede avalar la presencia de un festival así? Ninguno. No hacemos cine. ¿Qué película? Ninguna: no hacemos cine. No hacemos cine.
Así, el Festival Internacional de Cine de Acapulco, es, como la Fiesta de la nao, las Jornadas Alarconianas y demás, otro desatino cultural. Otra mentira en ese rubro.
O, visto desde un ángulo práctico: es otro subterfugio de promoción turística. Pero nunca de promoción de la cultura local, porque -así como no pertenecemos a una tradición náutica (como industria y objeto de investigación) tampoco hacemos teatro. Ni hacemos cine. ¿Qué hacemos? Al menos en Acapulco hacemos turismo y lo hacemos tan mal que nuestros índices de ocupación decaen a grado tal que tenemos que echar mano de los recursos de cultura para tratar de levantar esos índices con éste y otros subterfugios.
Sin embargo, las cosas no están tan mal como parecen. El Instituto Guerrerense de Cultura puede empeorarlas. Y lo hace con gusto y mucho ahínco.
En esta emisión, el Festival Internacional de Cine de Acapulco incluyó una sección llamada “Aquí se filmó” en la que presentó películas que, aparte de todas las ausencias descritas líneas arriba, desdice su nombre: son películas cuyas historias inician en otras partes, con protagonistas y problemas de aquella latitudes y cuyo guión exige filmar en “Acapulquito” a cuenta de que éste puerto era por excelencia el centro de diversiones de la clase pudiente mexicana de inicios de la segunda mitad del siglo XX y era prestigioso filmar aquí. Era.
Pero ninguna de esas películas inicia y termina en lo que es Acapulco, es decir, la ciudad, no sólo sus playas o la zona turística. Ninguna toca nuestros problemas ni lo que somos, ninguna presenta rasgos de nuestra cultura porque ninguna hace recurso ni de nuestra idiosincracia, nuestros regionalismos, nuestra espiritualidad o nuestra cosmovisión. Y cuando se da el caso de esa oportunidad (pienso en Subida al cielo o Simbad el mareado) los protagonistas hablan, actúan y piensan como entes ajenos a nosotros.
Ese desconocimiento (o desdén) por lo que somos los acapulqueños va de la mano de una estética fílmica que privilegia la toma panorámica de las bellezas naturales de la zona turística; nunca nuestros barrios pobres o nuestros sitios sagrados (Palma Sola, el panteón San Francisco entre otro) o nuestra urbanística; (contra la visión de Fun in Acapulco, 1963 en la que Elvis Presley en un excelente montaje recorre el Barrio de La playa en bicicleta). Esa estética llegó a extrapolaciones tales como La Perla (Emilio Fernández, 1947) en la que Acapulco sólo es el fondo o paisaje de un excéntrico potpurrí de “mexicanadas” (como “romperle el hocico” al Popocatépetl) extraídas de un sinnúmero de tradiciones regionales.
El terrible –e imperdonable- desconocimiento (o simple y vulgar ignorancia) tanto del arte fílmico como de lo que somos por parte de los funcionarios del Instituto Guerrerense de Cultura dio como resultado esa aberración semántica (y semiótica) llamada “Aquí se filmó”; porque, por si fuera poco, sobre todos los yerros mencionados aún falta señalar la carencia absoluta de perspectiva y análisis necesarias para la elaboración –y erección- de un programa así. Una investigación somera nos dirá que la ausencia de una industria y de un centro de análisis fílmicos en Acapulco; así como el hecho de haber sido usado –y seguir siendo usado- como telón de fondo de historias ajenas, se debe a que el resto del país nos ve como pro-vincia; es decir, “territorio a vencer”. O vencido.
En efecto, seguimos siendo una colonia para el gran capital. Su cine (que no nuestro) lo ha dicho en cada una de las películas que ha venido a filmar: somos su set y en él jamás dejará un poco de su ciencia, tecnología y filosofía para beneficio de este territorio (que considera suyo) y de sus hijos. Le conviene que sigamos siendo ésa ínsula.
Visto así “Aquí se filmó”, no hace otra cosa que recordarnos nuestras insalvables carencias. Nuestro infinito atraso. Nuestra condición provinciana. Y la torpe promoción cultural que el Instituto Guerrerense de Cultura hace de todo eso.
Sin embargo, no todo es malo. En cada película “filmada aquí” podemos atestiguar cómo con el paso de los años la belleza prístina de nuestro entorno se fue perdiendo bajo un mar de concreto y de edificios, marinas y muelles, puentes y demás desatinos urbanísticos. Ese ejercicio de testimonio que nos presenta el cine que “Aquí se filmó” bien puede servir para estudios de deterioro y depredación ambiental que puedan explicar la contaminación de nuestras playas, la pérdida de nuestros valores locales y, por ende, la huída del turismo internacional, que incluye a los cineastas que de otros países también vinieron a filmar aquí.
Sería bueno reconocer que sin programas como “Aquí se filmó” análisis como éste no podrían ser posibles, pero creo que es mejor proponer al IGC que se preocupe -aunque sea un poco- por conocernos y analizarnos y por emitir propuestas que abatan nuestros atrasos y carencias. A su titular, pedirle que cambie de asesores; que no olvide que le advertí que la iban a hacer quedar mal, porque están igual o peor que ella en materia de cultura local.
Y que deje el ejercicio de la promoción turística a la Secretaría de Turismo.
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domingo, 20 de noviembre de 2011

Sobre la UAG

XAVIER CARRETO A. , II

¿En dónde están las instituciones guerrerenses?

Hace dos semanas comentábamos en este mismo espacio sobre el triste papel de nuestras instituciones, particularmente del Ejecutivo Estatal en la aplicación del presupuesto público destacando lo relativo a los rubros en los cuales se gasta más como es en educación por las deficiencias y deshonestidad en su ejercicio, que explican en buena medida los rezagos en los cuales se vive en Guerrero.
Hoy siguiendo con el Sistema Educativo Estatal, haremos referencia a la principal institución de educación superior de la entidad: La Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), la cual nos gustaría que fuera como lo expresó el filósofo español Giner de los Ríos la “Universidad es la conciencia ética de la vida”, y los principios de ética pública, los valores democráticos y la libertad deben formar parte de las políticas universitarias y del comportamiento de su comunidad que expresen el espíritu esencial de nuestra alma mater.
Sin embargo, nos entristece que uno de sus problemas más relevantes, entre los varios que tiene, es el bajo nivel académico que caracteriza a la mayoría de sus 41 Unidades Académicas de Educación Superior (UAES), pues solo cinco de éstas: Medicina y Enfermería 2, en Acapulco, región Sur; Arquitectura y Urbanismo, Enfermería 1, en Chilpancingo, región Centro; y Enfermería 4, en Taxco, región Norte están avaladas por el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES) de acuerdo a la información disponible.
Otra situación que habría que lamentar es la concentración de las UAES en Acapulco, Chilpancingo, Iguala y Taxco, que contribuye al desequilibrio regional y obliga a los jóvenes de las regiones de Costa Chica, Costa Grande, Tierra Caliente y Montaña a salir de sus lugares de origen por no haber las oportunidades educativas de educación superior. La mayoría de ellos no regresa, perdiéndose así valiosos recursos humanos. El que La Montaña y Costa Chica sean las regiones del estado más atrasadas se explica en parte por esta imprevisión de quienes han dirigido a la UAG; en La Montaña, la cobertura se reduce a tres preparatorias para 19 municipios.
Esta situación que vive la UAG, ya con más de medio siglo de existencia, se explica por ser una institución privada en términos del beneficio que obtienen unos cuantos grupos de los recursos públicos que cada año les aportan los gobiernos federal y estatal; y que en 2011 son de mil 482 millones de pesos que no les alcanzan, pues se gastan mil 712 millones, por lo cual tienen un déficit de 230 millones de pesos. Una explicación, entre otras, de este sobre ejercicio lo han señalado los propios universitarios al decir que tienen a los intendentes mejor pagados, ya que éstos ganan mucho más que los catedráticos por los onerosos contratos colectivos de trabajo que se tienen en esta institución. Tampoco se justifica que estén en la nómina los representantes de la Federación de Estudiantes Universitarios Guerrerenses (FEUG).
Este despilfarro de recursos públicos en la UAG no es nuevo, más bien es una característica de siempre. En 1985, siendo secretario de Educación Don Jesús Reyes Heroles les retiró el subsidio federal por el caos educativo y administrativo que tenía y cuando el rector González Ruiz exigió su restitución el funcionario federal condicionó su entrega al momento “en que existiera universidad”.
La UAG, para tragedia de los guerrerenses, ha sido un coto cerrado que no admite la participación de otros sectores de la sociedad en el necesario reemplazo, actualización o ampliación de su planta docente cuando se jubilan o se crean nuevas carreras. Las plazas se heredan aunque no se reúna el perfil exigido y hasta huelgas de hambre realizan los trabajadores administrativos y de intendencia para que sus familiares continúen con la tradición de cobrar en la UAG.
La forma de dirigir a la UAG y la endogamia que se vive en ella son factores negativos, al igual que su pobre oferta educativa con carreras que no demanda el mercado y condena al desempleo a sus egresados. También es criticable la falta de Centros de Investigación que ofrezcan propuestas para el desarrollo de nuestra entidad. Por todo esto, resulta lamentable que la institución guerrerense responsable de formar a nuestros universitarios no sea capaz de trabajar con el mejor capital humano disponible por los intereses de sus trabajadores sindicalizados.
Si queremos tener una mejor educación superior que contribuya al desarrollo del estado, la sociedad guerrerense debe exigir se apliquen rigurosos procesos de evaluación que ayuden a conocer su desempeño y se le asignen recursos de acuerdo a sus resultados. La UAG debe mejorar su eficiencia y practicar la cultura de la rendición de cuentas. La Auditoría Superior de la Federación y la General del Estado tienen la palabra que deberá cumplirse con la presión social necesaria.
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Consulta en:
http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2011/11/20/index.php?section=opinion&article=002a1soc


martes, 15 de noviembre de 2011

Yo Ciudadano, de Gustavo Martínez Castellanos

Yo ciudadano
Dos del fin de semana en Acapulco
Gustavo Martínez Castellanos

Uno. Que “Guerrero Seguro” está funcionando en Acapulco lo demuestra el hecho de que nuevamente las patrullas de Tránsito se atreven a circular por la ciudad y a levantar autos supuestamente mal estacionados, que era algo que ni por asomo hacían debido al temor de levantar por error algún auto cuyo dueño fuera narcotraficante.
Los ciudadanos descansamos entonces de la extorsión de las autoridades locales, que si bien no atacaban al crimen organizado tampoco nos molestaban. Ahora que poco a poco asoma cierta atmósfera de seguridad –debida al ejército y a la policía federal- las fuerzas del orden locales nuevamente salen a levantar indebidamente autos e infracciones.
El domingo pasado pudimos atestiguarlo cuando regresamos al lugar en que habíamos dejado el auto y ya no estaba. Una señora que vende raspados nos dijo: Hace cinco minutos que se lo llevó la grúa. Fuimos a las oficinas de tránsito y lo que vimos era increíble: una grúa del gobierno municipal depositaba en el corralón hasta dos autos al mismo tiempo. Allá, al fondo, estaba el nuestro. Preguntamos por el encargado y nos señalaron a una señora sin uniforme que vestía pantalón de mezclilla  y blusa a colores. Junto a ella un muchacho alegaba que el auto detenido era de un agente ministerial.
Preguntamos a la señora bajo qué criterios habían recogido el auto si no estaba mal estacionado y ella respondió que había una cámara grabando en la costera. Preguntamos por su ubicación y ya no quiso responder. Más tarde llegó su jefe, un señor que iba en bermuda, chemisse y mocasines y que al igual que ella no llevaba ni distintivo (la placa oficial) ni el gafete reglamentarios. Cuando le preguntamos dónde estaba la cámara que grababa en la costera a los autos mal estacionados él nos aclaró que no había tal cámara (¿y el C-4?) que la señora se había referido a la cámara del chofer de la grúa con la que fotografiaba los autos que iba a recoger, que en cuanto llegara nos enseñaría la foto que él había tomado del auto que reclamábamos. Preguntamos si aquella cámara era oficial y que si archivaban las fotos. Nos dijo que no, que sólo era la cámara personal de ese empleado. Cuando le preguntamos por qué confiaban en un empleado que para cubrir su cuota dominguera posiblemente arrastraba los autos hasta el lugar que le convenía, ya no quiso responder.
De la información recabada puede colegirse que el ayuntamiento de Acapulco ha depurado sus técnicas para extorsionar sólo a los ciudadanos, porque hasta ahora ningún medio de comunicación ha informado que esos patrulleros hayan hecho uso de sus cámaras personales para documentar la presencia de miembros de los grupos delictivos que aún tienen en jaque a la ciudad, muy al contrario, cuando saben de algún percance así, huyen de la escena y dejan al ciudadano indefenso, de otra forma Acapulco no estaría aún señalada en medios extranjeros como una de las tres ciudades más peligrosas del planeta.
Lo inverosímil de que el ayuntamiento esté cubriendo con grúas propias su cuota de autos confiscados es porque esa concesión pertenecía a las compañías locales de grúas que también realizaban prácticas de extorsión ciudadana al por mayor. Ese domingo, el corralón estaba lleno de autos recién levantados (eran las 3 de la tarde) y seguían llegando más. Se ve que el ayuntamiento necesita recaudar mucho dinero; lo que no sabemos es para qué, si inclusive inútiles los camellones que hace un año se remozaron en Cuauhtémoc en vísperas de las elecciones ya se están deshaciendo.
No podemos dejar de señalar que el Ayuntamiento de Acapulco hace viene siendo lo mismo que hace el crimen organizado: generar desconfianza y recelo por nuestra ciudad.
Para no tener que lidiar con la pesadísima burocracia local el lunes en la mañana, pagamos el arrastre y sacamos nuestro carro. A cambio de los $297.00 que nos costó la extorsión obtuvimos la información siguiente: los domingos los empleados de Tránsito  trabajan sin uniforme, sin distintivo y sin gafete (¿quién garantiza que son empleados municipales?) El ayuntamiento vulnera nuestras garantías al confiar en el criterio de una persona para detener nuestros autos. Y como no hay cámaras de vigilancia en la Costera, cualquier pillo puede hacer lo que se antoje y nunca quedará testimonio. Así ¿cómo vamos a recuperar la tranquilidad y el turismo extranjero en Acapulco?
Dos. Alejandra Frausto nuevamente metió la pata; ahora con el certamen literario “Acapulco en su tinta” que terminó premiando a un defeño. Mala calca del “José Agustín”, ese certamen no premia a los escritores locales como su nombre lo alude y no lo hace porque la tremenda ignorancia de Alejandra Frausto le volvió a ganar la batalla: permitió como parte del jurado a otro miembro de las huestes de Jeremías y Citlali: José Dimayuga.
Se dice que este personaje es gente de teatro y que porque tiene una novela publicada ya es narrador. Lo que es cierto es que hace años formó en Acapulco un grupo que se autodenominaba “Gay Power” porque estaba principalmente formado por cultureros de preferencias sexuales distintas. Su mayor logro fue que la sociedad acapulqueña no se escandalizara con sus historias de amor cuyos ecos resonaban hasta en las redacciones de algunos periódicos y en ciertos niveles administrativos y políticos locales. Sus fiestas eran legendarias, a grado tal que más tarde Citlali Guerrero se declararía porque “nos siguieran invadiendo escritores extranjeros” y continuara campeando “el espíritu dionisiaco” en esa ínsula barataria en la que tanta fama alcanzó. En un afán de reafirmar su orgullo gay publicaban portadas escandalosas en las revistas bajo su férula y textos de la laya del “Elogio de la verga” que José Dimayuga firmó siendo Director de Cultura Municipal.
Porque, en los dos golpes que Jeremías y Citlali asestaron contra la gestión de cultura municipal de Aída Espino, Dimayuga se prestó a cubrir el puesto y a respaldar el desvío de los recursos de cultura de los trienios de López Rosas y Félix Salgado, a quienes la honestidad de Aída les resultaba cáustica. Con López Rosas, José Dimayuga justificó la desaparición de dos y medio millones de pesos en cuatro meses; y en el trienio de Félix Salgado la de veinte millones con los cuales se pagaban a sí mismos Jeremías, Citlali y Dimayuga jugosos sueldos y otros servicios; esa jauja llegó a beneficiar a su voraz grey y a los afiliados al “Gay Power” con quienes adquirieron fuerza y presencia en Guerrero.
Hasta que desde este espacio se empezaron a denunciar sus trapisondas.
Ya habíamos anticipado que Citlali iba a hacer que la balanza de este certamen se inclinara a favor de uno de los suyos. También anticipamos que no confiábamos en la administración de los recursos de cultura bajo la dirección de Alejandra Frausto hoy rodeada de estos personajes de negrísimo historial. En aquella ocasión, pregunté al gobernador si esa era la idea que de cultura tenía para Guerrero. No ha respondido, y creo que no lo ha hecho porque se ve que la política cultural de Guerrero parece dictada desde el Distrito Federal por Marcelo Ebrard por la profusión de conciertos de rock, trovadores cubanos y grafiteo y disipación a granel. Sólo falta que, fiel a su verdadero patrón, Alejandra Frausto también ponga playas artificiales en Acapulco.
Ganas no le han de faltar a sus colaboradores si con eso consiguen manejar una cantidad mayor de dinero.
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miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿Para qué sirve la cárcel en México? Leo Zuckermann


¿Para qué sirve la cárcel en México?
Leo Zuckermann

La próxima vez que usted vaya de vacaciones a Acapulco, considere lo de quedarse en el penal estatal. Y es que los internos de esa cárcel tienen servicios que ya quisieran proveer algunos hoteles del bello puerto. Fíjese usted: los prisioneros tenían maquinitas, videojuegos, televisiones de plasma y electrodomésticos. Organizaban peleas de gallos para lo que tenían cien de estas aves listas en sus corrales. También tenían acceso a drogas ilegales (contaban con costales llenos de mariguana) y el servicio permanente de 19 sexoservidoras que vivían dentro del penal en la zona exclusiva de los hombres. Alguien incluso mantenía un par de pavos reales, supongo que para mejorar la vista del lugar. Todo eso encontró la Policía Federal en un operativo el lunes pasado.
Claramente muchos de los presos de Acapulco disfrutaban de la dolce vita en el penal estatal. Bromas aparte, cuando uno lee este tipo de noticias, se pregunta para qué sirven las cárceles en nuestro país.
De acuerdo a la literatura de centros penitenciarios, las cárceles pueden tener diversos objetivos: el castigo de la sociedad a un individuo que delinquió; una especie de venganza social contra una persona que violó las normas; un efecto disuasivo para que la gente respete la ley; y la prevención para que los delincuentes se encuentren encerrados y no en las calles delinquiendo. La teoría más moderna también argumenta que la cárcel debe ser un centro para rehabilitar y reeducar a los criminales, de tal suerte que éstos, al cumplir su condena, puedan reinsertarse a la sociedad y convertirse en ciudadanos de bien.
Tomando en cuenta estos objetivos, ¿para qué sirve una cárcel como la de Acapulco? Supongo que la pérdida de la libertad sí representa un castigo-venganza-disuasión-prevención para los criminales. Pero llegar a un penal con reglas relajadas, donde es posible pasársela bien, sobre todo si se tiene dinero, pues disminuye el malestar de estar en prisión. De esta forma se diluye el objetivo de castigo-venganza-disuasión-prevención del sistema penitenciario de un país.
Compárese la vida del penal de Acapulco con la de la prisión de máxima seguridad de Florence, Colorado, una de la más duras del mundo. Parte de esta prisión se encuentra bajo tierra. Cada prisionero tiene su propia celda, cuyos muebles son casi todos de concreto, incluidos la cama, el escusado y la mesa. Los internos raramente tienen contacto con otros prisioneros. Está prohibido cualquier tipo de actividad comunitaria. Las comunicaciones con el mundo exterior están restringidas. Los prisioneros se encuentran tras mil 400 puertas de acero que se controlan remotamente y son vigilados por decenas de cámaras. No por nada esta prisión es para los 430 criminales más peligrosos de Estados Unidos: terroristas, espías y los delincuentes más violentos del país.
Perder la libertad y terminar en un lugar como Florence sí cumple con los objetivos de castigo-venganza-disuasión-prevención para cualquier criminal. En México, que yo sepa, sólo los penales de alta seguridad del gobierno federal tienen ciertos estándares de dureza para los internos. Pero son una minoría. Sólo 12 de los 431 penales que hay en el país los maneja el gobierno federal. El resto están a cargo de los municipios, los estados y el Distrito Federal. En estos centros penitenciarios, los estándares disciplinarios son, en general, relajados, amén de la corrupción que existe. De ahí que ni siquiera sirvan para el loable objetivo de rehabilitar o reeducar a los internos. Más bien, por desgracia, las cárceles se convierten en escuelas de criminales. Lugares que son dominados por las mafias internas que controlan la actividad ilegal del penal como las apuestas en peleas de gallos, la distribución de estupefacientes y la prostitución, por no hablar de las venganzas o ajustes de cuentas en forma de golpizas y hasta asesinatos. No sorprende, entonces, que muchos internos luego salgan a las calles y se dediquen precisamente a las actividades ilegales que aprendieron dentro de la cárcel.

Guerrero reprobado


Reprobado Guerrero en servicios de salud
EsthelaDamián Peralta
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No sólo en materia de educación sino también en lo que respecta a los servicios de salud, salió reprobado el gobierno de Zeferino Torreblanca por parte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
En la revisión de la Cuenta Pública del 2009, el ente fiscalizador concluyó que en términos generales y respecto de la muestra auditada, el gobierno del estado de Guerrero no cumplió con las disposiciones normativas aplicables a control interno, registros e información financiera, destino de los recursos, servicios personales, transparencia del ejercicio, destino y resultados del fondo, adquisiciones, control y entrega de medicamento y cumplimiento de metas y objetivos.
Entre las anomalías detectadas por la ASF destacan las compensaciones discrecionales que se realizaron por concepto de bonos, pagos indebidos de ISR así como a personal eventual por sumas superiores a las contratadas, entre otros.
Durante la revisión del estado del Ejercicio Presupuestal 2009, se constató que más de 3 millones de pesos fueron utilizados para realizar pagos de pasivos en 2008, en apoyo al Sindicato Nacional de Trabajadores Sección 36, 76 y 77 para cubrir el suministro de energía eléctrica y servicio telefónico; uniformes deportivos y en la adquisición de sombrillas con mesas y sillas.
A 65 servidores públicos se les efectuaron pagos quincenales por concepto de compensaciones discrecionales, es decir bonos, sin que existiera sustento normativo que lo autorizara.
Con la visita física efectuada al almacén general, jurisdicciones, hospitales generales y centros de salud de los Servicios Estatales de Salud de Guerrero, se constató la existencia de medicamento caduco y material de curación.
Además, en la Jurisdicción Sanitaria 03 Centro, se observó que a partir de septiembre de 2009, no se comprobó el destino final del medicamento y material de curación por casi 2 millones de pesos.
Durante la revisión también se detectaron siete servidores públicos que ocupaban plazas de médico especialista “A”, sin que para ello hubiesen cumplido con el requisito académico correspondiente.
En la cuenta pública de 2009 se expone que con la revisión física realizada a las farmacias de los centros de salud de El Ocotito, Ignacio Manuel Altamirano, Coacoyula y Villa de Guadalupe, se tomó una muestra total de 150 recetas, con las que se constató que en 13 de ellas se prescribieron 13 claves de medicamentos que no corresponden con los incorporados en el cuadro básico para primero, segundo y tercer nivel de atención médica, mientras que 14 recetas no fueron surtidas en su totalidad por lo que no se proporcionó a la población abierta la totalidad del medicamento recetado.
Entre las debilidades detectadas en el funcionamiento de los servicios de salud en la entidad, la ASF refiere la ausencia de un código de ética, la existencia de manuales de procedimientos para la administración y control de pago de las remuneraciones al personal que no han sido actualizados desde 1989.
Concluye que al término del ejercicio fiscal, en Guerrero no se cumplieron al 100 por ciento con las metas establecidas, situación que repercutió en la prestación de servicios de salud a población abierta.
Por lo que respecta a los indicadores del Sistema de calidad, se observó que los rubros “Satisfacción por el surtimiento de Medicamentos” y “Surtimiento completo de medicamentos”, presentaron niveles críticos debido a la falta de insumos médicos.
Lo anterior originó insatisfacción en los usuarios de los servicios de salud por el desabasto de medicamentos. Asimismo, del total de unidades factibles de acreditación, 220 fueron acreditadas las cuales prestan servicios de salud con garantía de calidad.
La Auditoría Superior de la Federación recomendó al gobierno del estado de Guerrero instruir a quien corresponda, a fin de que en lo subsecuente, se implementen las actividades necesarias para que no se otorguen plazas de médico especialista “A” y “C” a personal que no cuente con los requisitos para ocupar dichos puestos; para no contar con medicamento y material de curación caduco; comprobar el destino final de los medicamentos y material de curación; así como para que se prescriban de manera adecuada y suficiente los medicamentos de acuerdo con los cuadros básicos para primero, segundo y tercer nivel de atención médica a la población.
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domingo, 6 de noviembre de 2011

Sobre día de muertos...

Yo, ciudadano
                           “Fieles difuntos”
Gustavo Martínez Castellanos

La semana que hoy termina celebramos en México y en buena parte del mundo cristiano a los fieles difuntos. La frase abraza connotaciones que abarcan diversos ángulos de nuestra vida cultural y resulta en muchos grados ecuménica. En algunas partes de América, aquellos “que han pasado a formar parte entre los muertos”, reciben de los vivos un banquete material de connotaciones espirituales por el hecho de ser “fieles”. Es decir, de haber sido católicos; desde el bautismo hasta la extremaunción. Y, una vez que nuestras rogativas los liberan del purgatorio y residen en la gloria –todo buen católico no puede ir al infierno-; pueden acceder a reunirse con sus seres queridos en ese festín que son los altares bella y ricamente ornamentados y  provistos de toda vianda al gusto que en vida tenían.
Cada elemento de ese festín tiene una significación exacta: el vino y el pan que son parte de la eucaristía; el guiso elaborado que habla de una fiesta, la sal y el agua para saciar la sed en ese viaje metafísico de magnitudes cósmicas y los juguetes y cigarrillos, pequeños gustos que especifican la identidad del fallecido y que en nuestros pueblos elaboran un intricado sincretismo. Fieles difuntos y Todos los santos son celebraciones que el mundo católico, con una practicidad que anquilosó la Reforma, elaboró para este y el otro mundo como una filosofía que da cuenta de nuestra naturaleza efímera. Y de la eternidad del alma.
En mesoamérica, la tradición encajó bien y a tiempo con la visión cósmica de los pueblos más desarrollados que veían en el sacrificio humano la única forma de mantener el dinamismo del universo. Al menos el mundo azteca celebraba a la muerte –según Sahagún- cada uno de sus dieciocho meses y tenía un contacto directo con la misma a través de manifestaciones tales como el zompantli o los días no fastos en que el mundo caía en un sopor que semejaba a la muerte. Tablada refleja de forma geoespacial ese sincretismo en  “El ídolo en el atrio” y del que Fuentes retoma un verso para dar nombre a su primer libro: Los días enmascarados que deriva -de una traducción macarrónica- de nemotemi. De esos elementos eminentemente telúricos se extraen la significaciones nuestras del copal, los papalotli y las calaveras de azúcar, presencia directa del zompantli.
De Guerrero, cuyo territorio fue conquistado –sólo en parte- hasta el reinado de Ilhuicamina por Ahuízotl, sin embargo, la representación de la muerte deviene de tres elementos ctónicos: el culto a Xipe, el desollador; al jaguar-sol y el color rojo, emblema dicotómico del sol que cae y de la muerte. En la profundidad de la expresión de la otra vida, estos elementos niegan su cotidianidad y cubren de velo la conciencia del paso al más allá. Hacia la eterna noche. El sincretismo nos salva de ese abismo: Jesús es resurrección, la vía dulce hacia el Mictlán. La redención.
Sin embargo, el periodo de violencia que vive México ha retraído el ánimo luminoso de la visión católica y nos ha regresado a esa zona oscura de nuestra conciencia: la muerte cotidiana, la muerte desollada y desmembrada, la muerte como un enigma que el horror y la cercanía potencian. Y del cual, ni la Iglesia ni los hallowens nos han podido alejar. Antes bien, ésta última, como expresión mercadológica y moderna de otra profunda tradición, ha cedido terreno en este día: cerradas las discotecas, inseguras nuestras calles de noche, permeados los barrios por el temor a las guerras entre bandas, las familias, en su mayoría, hicieron recogimiento y se entregaron a la única tradición a que pertenecemos y que nos dice lo que somos “fieles” y lo que –vamos ser en un lejanísimo mañana- “difuntos”.
Los panteones –espacios émulo de nuestras urbanísticas- volvieron a llenarse de cempaxúchiles, copal y cantos. Al menos en el de las Cruces -donde reposan mis padres- la música emergió de bandas, redobas, tríos y solistas; o grabadoras; inclusive, celulares. El festejo a los muertos nos otorga también la idea de que tal vez entre esta vida y aquélla, el único puente insalvable es la ausencia. La que padecemos de tantas cosas en México al que, sin embargo, no dejamos de ser fieles; mientras él no deja de hacernos difuntos…de miedo.
Visiones culturales
Ha pasado una semana y “Margarita” (heterónimo de Marquines, según una querida lectora local) no presentó pruebas de sus infamantes acusaciones. Con eso quiero cerrar este capítulo que Marquines abrió en el año 2000 cuando, desde El Sur, con un difamante artículo execró mi postura expuesta en el encuentro “El sur existe a pesar de todo” de aquel año. Para no ahondar sólo deseo exponer que en Guerrero hay muchas visiones culturales, todas respetables; el error de Marquines y de todos los miembros de su grupo es que deseen imponer la suya a fuerza de golpes mediáticos y políticos contra los otros grupos o actuantes culturales y de tratar así de erigirse en “el” grupo representativo del arte y la cultura en Guerrero. No lo son. Y no lo son porque no han querido serlo, porque buscan su provecho personal por encima de todo el de un pueblo que necesita como ningún otro -debido a sus niveles de atraso- de sus mejores ciudadanos. Y porque, aparte, han sido egoístas, violentos y deshonestos. Y ciegos, creen –al menos Jeremías lo ha expresado así- que los guerrerenses somos “pendejos”. Con ello y al confundir nuestra tolerancia y natural hospitalidad reconocen que no nos conocen.
Aún con eso debemos agradecerle que con esa postura nos haya enseñado todo lo que nunca debemos permitirnos ser, ni hacer. Ni como artistas, ni como actuantes culturales, ni como seres humanos. Ello deja claro que el grupito de Jeremías no representa a nadie más en Guerrero que a ellos mismos y a Alejandra Frausto quien ya contrató también a Iris García para reforzar más al grupo de Jeremías en el IGC. También debemos agradecerle que con sus ataques y sus anónimos nos haya fortalecido; pues, a decir de un buen amigo que es embajador, nos pone en charola de plata la oportunidad de despejar cualquier duda sobre la limpieza y el honor de nuestros nombres... y de la falta de dignidad del suyo.
Miscelánea
Una disculpa a Isaías Alanis quien me aclaró que en la “Semana de Juan Rulfo en Guerrero” él no era parte del grupo organizador y por un descuido incluí su correo en la pasada invitación que envié desde este espacio. * El IGC trajo a histriones a cantar y bailar a Guerrero ¿qué sigue? * La Fiesta de la Nao además trajo chinos y acróbatas * ¿Para cuándo el fomento a la cultura en Guerrero? * Que periodistas locales acusaran al licenciado Armando Añorve de haber sido grosero con ellos sólo puede deberse a malentendidos: a que no los haya recibido el gobernador o a que él hubiera tenido un lapsuslinguae con ellos; de ésos que como costeños en ocasiones de stress o júbilo se nos dan. Pero nada más. Conozco al licenciado Armando desde el interinato, cuando yo dirigía una revista, y siempre recibí de él un trato digno y cortés. Durante la campaña, y hace unos meses que fui a Casa Guerrero, reafirmó ese profesionalismo. En Guerrero, también debemos entender que no es fácil seguirle el paso a alguien como Ángel Aguirre quien, fiel a sí mismo, desea cumplir su compromiso de sacar adelante a Guerrero en ésta su gestión. * El nuevo Tianguis Turístico de Guerrero va viento en popa; con una visión propia, amplia y profunda de lo que somos, según adelantos que nos ha dado Sergio Salmerón, su Director.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

Las instituciones guerrerenses

XAVIER CARRETO A. 
¿EN DÓNDE ESTÁN LAS INSTITUCIONES GUERRERENSES?
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En una parte de su libro Por eso estamos como estamos, la economía política de un crecimiento mediocre (Editorial Debate, México, 2011), Carlos Elizondo, un académico excepcional, comenta el caso de los mexicanos ricos que por la inseguridad han abandonado Ciudad Juárez para irse a vivir a El Paso, Texas. Precisa que mientras en la ciudad chihuahuense se vive en la incertidumbre de la violencia, la texana es una localidad apacible con índice de homicidios bajo, aquí el narcotráfico se expresa de forma diferente pues no desafía a la autoridad; en cambio en Juárez la compran o la matan sin mayores consideraciones. No se puede alegar, dice Elizondo, que sea un problema de cultura, ya que en los dos lados de la frontera sus habitantes son principalmente mexicanos, la diferencia está en cómo funcionan las instituciones.
Este ejemplo, en mi opinión, explica en parte lo que nos está pasando en Guerrero y en su ciudad más importante: nuestras instituciones son deficientes en su funcionamiento, empezando por el gobierno estatal, con sus tres componentes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El poder Ejecutivo tiene la mayor responsabilidad para mejorar las condiciones de vida de los guerrerenses y velar por sus intereses, no nos referimos sólo al actual gobierno sino de manera general a quienes han ocupado esta responsabilidad en las últimas tres administraciones, ya que en esta época se aprecian con mayor nitidez, entre otras limitaciones, las ineficiencias y deshonestidad en los ejercicios presupuestales, particularmente en los rubros en los cuales más se gasta como educación, salud, seguridad e infraestructura. Así como la falta de voluntad política.
En el caso de educación que es a donde va la mitad del presupuesto, y éste se destina en un 98 por ciento al pago de la nómina, por lo cual es un recurso mal aplicado, pues, como lo sabemos la mayoría de los guerrerenses, nuestros profesores no cumplen con su trabajo al utilizar cualquier pretexto para no hacerlo, en este año escolar las cosas se han llevado al límite: hay escuelas que prácticamente no han iniciado el año escolar después de dos meses y medio. Esta es una deficiencia de siempre, no ha habido un gobernador o secretario de Educación que los meta en orden y tampoco parece importarles el asunto, aunque conozcan los malos resultados que se tienen cuando es evaluado el desempeño magisterial.
No quieren meterse en problemas con la profesora Gordillo y tampoco quieren enemistarse con la disidencia. El ejemplo más reciente de este contubernio es el anterior secretario de Educación, quien ocupó el cargo todo el sexenio, ahora ha sido nombrado Presidente de la Comisión Nacional de Elecciones Internas del Partido Nueva Alianza, franquicia propiedad de la dueña del SNTE.
Una solución drástica pero efectiva para que los profesores trabajen es no pagar a quien no cumpla y cubrirles el aguinaldo de 90 días, que no merecen, proporcionalmente al tiempo laborado como se hace en cualquier empresa privada, en las cuales se pagan por ley 15 días al año. Por cierto, en las escuelas privadas los maestros ganan menos y trabajan más.
El Sistema Educativo Estatal, por su operación, es la institución guerrerense más cara y menos eficiente. Para superar esta situación se requiere, entre otras cosas, profesionalizar al magisterio, empezando por su formación inicial; asignación de plazas de directores e inspectores mediante concurso público y quienes desempeñen estos cargos no sean sindicalizados; evaluación sistemática que los incluya a todos, y reconocer a los mejores, así como sancionar desempeños irresponsables.
Por otro lado, revisar todas las plazas para transparentar si se ejercen en los centros de trabajo y acabar con los comisionados sindicales, en oficinas administrativas o en cualquier otro lugar que no sea una escuela para disminuir el déficit de las plazas sin techo presupuestal o reasignarlas según las necesidades del servicio; asimismo, revisar los turnos vespertinos en algunos hay más maestros que alumnos. También que los padres de familia asuman la responsabilidad de exigir el cumplimiento del calendario escolar y se preocupen más por sus hijos.
Los maestros tienen derecho a protestar pero sin dejar a sus alumnos sin clase, quienes laboren por la mañana que lo hagan en la tarde y los del turno vespertino por la mañana; los de doble plaza tiene el sábado, el domingo y los días festivos para exigir el cumplimiento de sus derechos laborales. Si se trata de mostrar músculo, como se dice ahora, juntos pueden expresar su inconformidad en los recesos de fin de año, semana santa o en el verano. Entonces los profesores tendrán la R de respaldo y no de reproche como sucede actualmente.
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Consulta en:
http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2011/11/06/index.php?section=opinion&article=002a1soc

martes, 1 de noviembre de 2011

Acerca de la ciudad capital de Guerrero

Chilpancingo

Héctor Manuel Popoca Boone.
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En la última década, la capital del Estado tuvo una tasa vigorosa de crecimiento poblacional de 2.2 cuando la media estatal fue de 0.9 En el 2010 la población citadina ascendió a 187.3 mil habitantes (los datos son del Inegi). La expansión de la mancha urbana ha sido acelerada sin voluntad de apegarse a un adecuado plan director de ordenamiento territorial. El producto ha sido la autorización y construcción anárquica de edificaciones y fraccionamientos de todo tipo.
El ecosistema de la cañada en que se localiza, ha sido degradado y contaminado a lo largo de los años. Sus fuentes menguadas de abastecimiento de agua como Omiltemi o sus áreas naturales desprotegidas dan cuenta de ello. El río muerto Huacapa, gran canal de aguas negras pestilentes a cielo abierto, también lo es.
El aumento de sus residentes ha presionado con intensidad para la dotación de servicios públicos urbanos. La ciudad por su asentamiento a lo largo y ancho de un amplio cañón geológico hace costoso la construcción, operación y mantenimiento de los mismos. Su traza original no era para una urbe moderna; más bien lo fue para una pequeña ciudad provinciana. Ahora no es una, ni la otra.
Actualmente varios de esos servicios públicos están al borde del colapso, tal es el caso del agua entubada, el drenaje, la basura, -que ya son causas de problemas de salud pública-, el basurero municipal, el transporte urbano y la fluidez vehicular desquiciados en horas pico en las principales avenidas y calles de la ciudad.
Cuenta también con cinturones urbanos de miseria, marginados de buena parte de los servicios públicos y de pavimentación de sus calles. Da cuenta de ello que el 25 por ciento de las viviendas de la capital carezcan de cualesquier de los servicios de agua, drenaje o electricidad y que el 11 por ciento de las mismas tengan todavía pisos de tierra.
Dada la magnitud de las necesidades y problemas urbanos que presenta Chilpancingo es prácticamente imposible que el ayuntamiento pueda afrontarlos por sí sólo si no cuenta con el apoyo del gobierno federal y estatal.
Las finanzas públicas municipales son deficitarias y la posibilidad de incrementarlas son estrechas puesto que dentro de las actividades económicas que existen no hay desarrollo industrial o agropecuario en sus proximidades, precisamente por la falta de agua y tierras agrícolas.
Chilpancingo vive básicamente del comercio, la burocracia gubernamental y de los diversos conglomerados educativos de todos los niveles. Es la ciudad con el mayor grado de escolaridad en el Estado: 10.4 años.
Siendo Chilpancingo el municipio donde se encuentra la capital, centro de las principales decisiones y servicios gubernamentales, sus participaciones fiscales no están a la par de esas importantes responsabilidades lo que coloca a la cabecera municipal como una de las más deslucidas y poco funcionales de la República.
Al respecto cabe mencionar, como nota al margen, que la mayoría de los gobernantes municipales de Guerrero son renuentes a actualizar con equidad y a cobrar con firmeza los impuestos, productos, derechos y aprovechamientos actualizados que por ley han de hacer, ya que no quieren suscitar irritación popular en detrimento de sus futuras aspiraciones políticas personales.
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hpopoca.blogspot.com
twitter.com/h_popoca 
h.popoca.b@gmail.com

Yo ciudadano... de Gustavo Martínez Castellanos

Yo ciudadano
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“Margarita”
Gustavo Martínez Castellanos
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Jorge Falcón, director de importantes medios en Guerrero, me hizo llegar el anónimo; él es testigo de que se reproduce aquí, íntegro, tal como le llegó: sin dirección electrónica y firmado al final sólo con un escueto: “Sra. Margarita”. Veamos:
“Señor Gustavo Martinez, he leído varios de sus artículos, algunos bastantes buenos, pero otros, en serio, son una ofensa a los lectores por el nivel de enfermedad que trasmiten. Es una lástima que usted, siendo tan talentoso, pierda el tiempo escribiendo obsesivamente contra el tal Jeremías Marquines, al que se nota, usted envidia o odia tanto. Es una lástima que desperdicie el tiempo nuestro enviándonos a nuestros correos esa basura que usted escribe para purgar su complejo de inferioridad. Es lamentable que sus escritos los contamine siempre con señalamientos a esa persona que usted ha hecho tan famosa. En lo particular, siento que usted está muy acomplejado y quiere igualarse a la persona que tanto critica compulsivamente. Creo que debería consultar a un especialista para que le atienda ese problema. Además no debería mentir para justificar sus ataques. En los artículos suyos que he leído usted acusa a este personaje de muchas cosas pero usted no prueba nada, solo lanza anatemas y rencor buscando el desprestigio pero nada más. En el último artículo suyo que llegó a mí correo. Usted hace como que copia unos correos que según usted le llegaron a su bandeja, y en los que se habla mal ese escritor y de su esposa, pero son tan parecidos todos en su redacción que no hay duda de que es un recurso que usted utiliza para seguir difamando a estas personas. Es grave su enfermedad señor Gustavo y sobre todo su complejo de inferioridad. Le escribo porque cuando me llegan sus escritos pienso que voy a disfrutar de un buen texto informativo pero al leerlo sólo encuentro su rencor y su acomplejada visión, qué lástima por usted. Por último, le recuerdo que cuando Aída Espino fue directora de Cultura de Acapulco, usted fue al único que contrataba para dar talleres, decir conferencias, conducir programas, dar mesas redondas, etc. Yo lo recuerdo porque fui a varios de los eventos donde usted era el todólogo. Usted era el único que cobrara en esa nómina y además cobraba bastante por cada participación, ¿o acaso no es cierto? ¿Por qué de eso no comenta en sus escritos cuando acusa a las otras personas? Su obsesión, señor Gustavo, es que los hayan relevado del espacio cultural del ayuntamiento donde usted era el único que quería hacer todo y cobrar por ello, y además es algo que su cerebro no supera. Por último, también le recuerdo que varias madres lo expulsamos a usted y Aida del la biblioteca por su pretensión de querer manosear a las niñas que llegaban a su taller. ¿Por qué de eso no escribe? Y por favor ya deje de enviarme su basura demente. Sra. Margarita”.
Antes que todo: Gracias Jorge por tu envío; honra nuestra amistad. Te abrazo.
En Guerrero todos sabemos que Jeremías ataca de esta forma a burócratas y políticos para obtener de ellos lo que necesita. Sólo hay que leerlo. Como yo nunca he sido burócrata ni político, de mí no obtendrá más que verdades. No puede encajonarme como ellos porque no tiene con qué hacerlo; por eso recurre a su bipolaridad y a los anónimos. En su servicio le responderé marcándole sus errores e invitándolo a que pruebe sus acusaciones.
“Margarita” se deja ver como experta en analizar textos, pero finge que ignora que se recurre a la edición para ahorrar espacio en la reproducción de citas. Primer error.
“Margarita” señala que Aída me encargó cubrir muchos aspectos de su programa cultural pero evita exponer mi solvencia moral y profesional y el hecho de que nunca cobré debido a que Citlali y él dieron un golpe contra la gestión de Aída y ayudaron tres años a Félix Salgado y a Fabiola Vega a desviar el presupuesto de cultura. Nunca me contrataron. Nunca cobré. Lo invito a que pruebe lo contrario. Segundo error.
“Margarita”, reconoce que asistía a mis conferencias. Y con eso creyó que me conoce y que, con ayuda de otros como él, podría disminuirme. Tercer error
“Margarita” dice que con varias madres nos expulsó de la Biblioteca. Pero sus hijas nunca fueron alumnas nuestras. “Margarita” no aparece en el padrón de alumnos de nuestros talleres cuyas copias obran en poder de tres personas; una de ellas, notario. “Margarita” ignora que todos nuestros alumnos se registraron en ese padrón con su puño y letra y que las madres firmaron por sus hijos menores de edad. Cuarto error.
“Margarita” dice que me ha leído; y evita decir que siempre he sostenido que los talleres de Aída salieron de la biblioteca porque el gobierno de Añorve condicionó a su directora, Themis Mendoza, su apoyo a cambio de nuestra salida. Eso dijo la profesora Themis ante el patronato y ante dieciséis testigos más en esa reunión. Quinto error.
“Margarita” es irresponsable: su acusación por agravios involucra a Aída y a Themis porque da a entender que ellas estaban al tanto de lo que ocurría y lo permitían. También cuestiona la honorabilidad de los miembros de los patronatos: de la “Promotoría Cultural Aída Espino” y de la Biblioteca. Y de las madres de todos los alumnos y de los alumnos que recibieron clases gratuitas de nosotros. Son muchos involucrados. Sexto error.
“Margarita” al acusarme se obliga a presentar pruebas y a las madres de las que habla y a sus supuestas hijas agraviadas. No podrá hacerlo: nunca hubo tales agravios. Las personas consignadas en el padrón lo certificarán. Podemos reunirlas cuando “Margarita” guste. Muchos aún estudian con nosotros y han obtenido premios. Séptimo error.
“Margarita” no sabe que no soy dado a envidiar. Pero si lo hiciera, no envidaría a quien se oculta tras un nombre de mujer para mentir y enviar anónimos que intenten sembrar dudas para ensuciar el buen nombre de nadie. Octavo error.
“Margarita” cometió su noveno error con su envío sin dirección electrónica; y el décimo fue no desmentir mis acusaciones contra Citlali y Jeremías. Siguen vigentes. El onceavo fue decir que hago “famoso” al “tal Jeremías” y así demostrar su simpatía por él.
“Margarita” tiene que probar todo lo que dice. Lo espero una semana. Al término, cometerá su doceavo error y ni cuenta se dará de cómo lo cometió. Vale.
A otra cosa.
La Doctora Ángela Manzano (Gela) nos invita al seminario-taller “Semana de Juan Rulfo en Guerrero” que se desarrollará en Chilpancingo del 07 al 11 de noviembre de 2001. Informes: gelamanzano@hotmail.com (anexo póster).
* Respondió el licenciado Lechuga a mis requerimientos pero lo hizo tarde y de forma muy escueta. Gracias de cualquier modo.
* De quien Culturacapulco no ha recibido ni boletines es del I G C, con lo que reafirma la discriminación que desde antes practicaba con este grupo.
* No importa; este jueves Astrid Paola, alumna mía, recibió el 13vo premio “María Luisa Ocampo” (diploma y cheque por $25,000.00).
* El Sur, como siempre, torció sus declaraciones en una rara entrevista que le hizo Anarsis Pacheco y que escuchamos en el taller.
* Pao no pudo estar en la premiación porque su hijita –una niña de tres años que no halló a quien encargar en Acapulco- se enfermó unas horas antes del evento. Reveses de ser madre soltera en México.
* De cualquier forma: Felicidades Pao. Gracias por traer otro premio a Culturacapulco.
* Rara transmisión por cable la del “Acuerdo para la paz y la convivencia”: no tenía audio; así no pudimos escuchar a Javier Morlet, ni saber por qué el gobernador lucía tan tenso. Lástima.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
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www.culturacapulco.com; http://culturacapulco.blogspot.com