martes, 1 de febrero de 2011

Sobre los informes presidenciales en México y Estados Unidos

México-US Informes Presidenciales
Mario Melgar Adalid
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Las modas panistas acabaron con varias tradiciones republicanas. Una de ellas es el Informe Presidencial. Tema ampliamente debatido en la academia. Se canceló una obligación presidencial, el encuentro programado de dos poderes, el cumplimiento en la rendición de cuentas, reto de la civilidad política. A cambio, los panistas, preocupados más por lo que dirá el pueblo que por lo que ellos deberían decirle al pueblo, se quitaron de encima la incomodidad de rozarse con la chusma legislativa. A cambio, ahondaron más la brecha y los desencuentros entre poderes, lo que ha contribuido a detener una auténtica transición democrática.
Con razón el PRI, ahora tan temido y atacado por los aliancistas (PAN/PRD), impulsará una reforma al artículo 69 para obligar al titular del Ejecutivo a presentar su informe de labores de manera personal ante el Congreso. Es probable que esta obligación la tenga que cumplir el próximo Presidente, probablemente priista, como ya vaticinó Zedillo en victorioso jingle: “Vamos a ganar”. El PAN seguramente se opondrá a que gane el PRI y a la obligación de rendir el Informe Presidencial (presencial).
En Estados Unidos se mantiene la tradición del Informe del Presidente (State of the Union). El Informe es en enero, al iniciar el año, para que sirva de recuento del ejercicio pasado y como prolegómeno de lo que vendrá. Obama rindió el suyo sin mayor gloria. Hubo dos omisiones importantes: Una al interior: no haber dedicado ni una sola frase al tema de las armas. Otra al exterior: no haber dedicado ni una palabra a lo que sucede en Latinoamérica.
En el tema de las armas, el mensaje de Obama es esquizofrénico. Por un lado Michelle, su esposa, invitó a los padres de la niña asesinada en Tucson a la ceremonia del informe. Por el otro, el presidente subió notablemente su popularidad al visitar a la congresista herida de bala en Tucson. Fueron gestos oportunos, políticos, sensibles y ejemplares. No obstante, perdió el momento para entrar al tema de las armas. Obama no se ocupó del tema seguramente por razones reelectorales.
The Washington Post, en su artículo editorial, lo criticó duramente. ¿Cuántas muertes más tendrán que ocurrir?, pregunta el diario, para reglamentar el mercado de armas. ¿Cuántos muertos más preguntan en Estados Unidos? ¿Cuántos muertos más preguntamos en México, que sabemos que las armas nos llegan del norte para reforzar a los delincuentes? Obama no quiere hablar de armas y su vocero declaró que lo hará en algún momento.
El silencio respecto a América Latina fue sonoro. Habló de nuevas políticas en materia de educación superior, migración y libre comercio. Estos tres temas afectan a los países latinoamericanos. Expresó su frustración de que cientos de miles de jóvenes extranjeros que estudiaron en universidades estadunidenses, regresen a sus países al terminar su formación. La contradicción es que Obama se queja de que las universidades americanas formen a estudiantes extranjeros y éstos después se les vayan. La paradoja es que los extranjeros no pueden quedarse en EU. Al recibir sus visas de estudiantes se comprometen a regresar a sus países de origen una vez que concluyan sus estudios.
El informe de Obama al menos generó un debate sobre lo que debió haber incluido. Nosotros convertimos nuestro informe en una fiesta anual de graduación en la que en privado se refrenda el culto al Presidente. Precisamente lo que se pretendía evitar con la reforma al 69 constitucional.
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Publicado en Excélsior