Veracruz con zeta, Guerrero con sangre
José Cárdenas
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Si ha de hacerse la guerra… hágase para obtener la paz.
Cicerón
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La intervención federal para rescatar a Veracruz y Guerrero de la violencia y el delito, se puede analizar como el triunfo de un federalismo responsable. Pero también como la evidencia del fracaso de sus gobiernos.
Guerrero es un estado de ánimo crispado por la disputa de 17 grupos delictivos. Es narcoterritorio del homicidio, el secuestro y la extorsión.
La historia reciente de Guerrero es una prueba de cómo las mudanzas partidarias sirven para dejar las cosas como estaban… cuando estaban peor.
No hay en el país una entidad en la cual se advierta, de manera tan evidente, la baja calidad de la política mexicana. En tal sentido, Guerrero se asemeja a Chiapas en tiempos de Carlos Salinas. Está hundido en la injusticia y la pobreza.
La intervención del gobierno llega tarde. Después de la prolongada huelga de los maestros de Acapulco que dejaron de dar clases un mes en protesta porque el crimen les cobra 600 pesos por derecho de piso para poder enseñar, sume a esto un puerto abandonado por el turismo, atenazado por el miedo y la crisis económica.
Ahora mismo se investigan probables nexos entre poderes municipales y estatales en el asesinato del “Diputado 500”, Moisés Villanueva, y su chofer Erik Estrada.
El caso de Javier Duarte, en Veracruz, también resulta patético.
Heredero de un gobierno cuya operación dependía únicamente de la capacidad personal de Fidel Herrera y sus habilidades “submarinas”, Duarte no ha logrado aprender cómo se administran los intereses, se negocia en la penumbra y se controla la plaza.
Hasta Los Matazetas le reclaman.
En Guerrero y Veracruz el gobierno federal toma las plazas bajo el esquema de la “corresponsabilidad”, un mero formulismo de la cortesía republicana. Para que ésta exista es indispensable que haya, al menos, dos responsables. No es el caso de los gobernadores Javier Duarte y Ángel Aguirre Rivero. El saco les queda grande.
Hace cinco años, el gobierno ensayó la misma fórmula en Michoacán y Chihuahua. Ahí se inició un experimento cuyos resultados, dígase lo que se quiera, no han traído a México la paz.
El poeta Ricardo López Méndez loaba a la patria. Creía en México porque escribe su nombre con la “X” que “algo tiene de cruz y de calvario”.
Lo malo es que Veracruz se escribe con “Zeta” y Guerrero con sangre.
martes, 11 de octubre de 2011
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