¿En dónde están las instituciones guerrerenses?
Hace dos semanas comentábamos en este mismo espacio sobre el triste papel de nuestras instituciones, particularmente del Ejecutivo Estatal en la aplicación del presupuesto público destacando lo relativo a los rubros en los cuales se gasta más como es en educación por las deficiencias y deshonestidad en su ejercicio, que explican en buena medida los rezagos en los cuales se vive en Guerrero.Hoy siguiendo con el Sistema Educativo Estatal, haremos referencia a la principal institución de educación superior de la entidad: La Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), la cual nos gustaría que fuera como lo expresó el filósofo español Giner de los Ríos la “Universidad es la conciencia ética de la vida”, y los principios de ética pública, los valores democráticos y la libertad deben formar parte de las políticas universitarias y del comportamiento de su comunidad que expresen el espíritu esencial de nuestra alma mater.
Sin embargo, nos entristece que uno de sus problemas más relevantes, entre los varios que tiene, es el bajo nivel académico que caracteriza a la mayoría de sus 41 Unidades Académicas de Educación Superior (UAES), pues solo cinco de éstas: Medicina y Enfermería 2, en Acapulco, región Sur; Arquitectura y Urbanismo, Enfermería 1, en Chilpancingo, región Centro; y Enfermería 4, en Taxco, región Norte están avaladas por el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES) de acuerdo a la información disponible.
Otra situación que habría que lamentar es la concentración de las UAES en Acapulco, Chilpancingo, Iguala y Taxco, que contribuye al desequilibrio regional y obliga a los jóvenes de las regiones de Costa Chica, Costa Grande, Tierra Caliente y Montaña a salir de sus lugares de origen por no haber las oportunidades educativas de educación superior. La mayoría de ellos no regresa, perdiéndose así valiosos recursos humanos. El que La Montaña y Costa Chica sean las regiones del estado más atrasadas se explica en parte por esta imprevisión de quienes han dirigido a la UAG; en La Montaña, la cobertura se reduce a tres preparatorias para 19 municipios.
Esta situación que vive la UAG, ya con más de medio siglo de existencia, se explica por ser una institución privada en términos del beneficio que obtienen unos cuantos grupos de los recursos públicos que cada año les aportan los gobiernos federal y estatal; y que en 2011 son de mil 482 millones de pesos que no les alcanzan, pues se gastan mil 712 millones, por lo cual tienen un déficit de 230 millones de pesos. Una explicación, entre otras, de este sobre ejercicio lo han señalado los propios universitarios al decir que tienen a los intendentes mejor pagados, ya que éstos ganan mucho más que los catedráticos por los onerosos contratos colectivos de trabajo que se tienen en esta institución. Tampoco se justifica que estén en la nómina los representantes de la Federación de Estudiantes Universitarios Guerrerenses (FEUG).
Este despilfarro de recursos públicos en la UAG no es nuevo, más bien es una característica de siempre. En 1985, siendo secretario de Educación Don Jesús Reyes Heroles les retiró el subsidio federal por el caos educativo y administrativo que tenía y cuando el rector González Ruiz exigió su restitución el funcionario federal condicionó su entrega al momento “en que existiera universidad”.
La UAG, para tragedia de los guerrerenses, ha sido un coto cerrado que no admite la participación de otros sectores de la sociedad en el necesario reemplazo, actualización o ampliación de su planta docente cuando se jubilan o se crean nuevas carreras. Las plazas se heredan aunque no se reúna el perfil exigido y hasta huelgas de hambre realizan los trabajadores administrativos y de intendencia para que sus familiares continúen con la tradición de cobrar en la UAG.
La forma de dirigir a la UAG y la endogamia que se vive en ella son factores negativos, al igual que su pobre oferta educativa con carreras que no demanda el mercado y condena al desempleo a sus egresados. También es criticable la falta de Centros de Investigación que ofrezcan propuestas para el desarrollo de nuestra entidad. Por todo esto, resulta lamentable que la institución guerrerense responsable de formar a nuestros universitarios no sea capaz de trabajar con el mejor capital humano disponible por los intereses de sus trabajadores sindicalizados.
Si queremos tener una mejor educación superior que contribuya al desarrollo del estado, la sociedad guerrerense debe exigir se apliquen rigurosos procesos de evaluación que ayuden a conocer su desempeño y se le asignen recursos de acuerdo a sus resultados. La UAG debe mejorar su eficiencia y practicar la cultura de la rendición de cuentas. La Auditoría Superior de la Federación y la General del Estado tienen la palabra que deberá cumplirse con la presión social necesaria.
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Consulta en:
http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2011/11/20/index.php?section=opinion&article=002a1soc
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