jueves, 26 de febrero de 2009

Opinión sobre política cultural en Guerrero

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La política cultural del pelo suelto de Zeferino, un resucitador de cadáveres
Aurelio Peláez
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Acapulco. El boleto decía clarito: “El gobernador Zeferino Torreblanca Galindo te invita al concierto de Gloria Trevi”. Arriba el logo de Guerrero Brilla, ese festival pagado con el dinero de los contribuyentes del estado –45 millones de pesos del presupuesto– para promover a los talentos de Televisa.
En principio la duda, la pregunta: ¿hay una política conjunta de Televisa y el gobierno estatal de izquierda para reivindicar a la polémica cantante y pésima actriz? Un gobernador que se la pasa hablando de valores ¿sabe cuáles valores representa la Trevi? ¿No tiene el que paga derecho de veto? Mi amigo tenía cuatro boletos, para él preciados, que obtuvo de regalo de un noticiero de radio, para una función a principios de febrero, y me los enseña. ¿Qué no en diciembre esta señora –que estuvo presa por meses en Brasil hace años acusada por corrupción de menores– canceló aquí en el puerto un concierto al cuarto para las doce porque no le pagaron a tiempo? ¿Y luego, su público, sus fans, tomaron el escenario y después bloquearon la avenida Costera, cual si una demanda contra el gobierno se tratara, provocando un severo tráfico vial, y la señora Trevi ni siquiera apareció para ofrecer una mínima disculpa? Encima la premian trayéndola para abrir el festival de Televisa pagado con el dinero de los contribuyentes de Guerrero –45 millones de pesos del presupuesto.
Pero este gobierno –que se supone es del PRD– parece experto en resucitar cadáveres. Dijo levántate y anda, y el PRI regresó. Y si el prestigio de la Trevi se manchó con una mácula por falta de unas monedas, pues Zeferino paga –con el dinero de los contribuyentes, que no de su blosa, claro. Que no se vean miserias.
Kafkapulco.
Entre Televisa y yo hay algo personal. Su impunidad total hace que uno reaccione a contracorriente. Ni sus telenovelas se salvan. Alteran guiones y prolongan historias sin el menor escrúpulo. Ya en la inacabable Alma de Hierro, el hijo de Blanca Guerra, el comediante Uribe, ya casi está de su edad y el protagonista original, el cieguito, parece ahora actor de reparto. Por eso odio al América como odio al PRI, me dijo alguna vez un taxista.
Dos traumas televisos.
Pasó hace algunos años. Entro a la tienda de discos y reclamo.–Señorita, compré este disco de Los Ángeles del Infierno y dentro venía uno de Luis Miguel.La empleada me mira. No comprende.–Es Luis Miguel, ¿no?–Sí, es Luis Miguel, pero yo compré el de Los Ángeles del Infierno.
Sus otros dos compañeros se le acercan. La chava platica con ellos.–Viene a regresar un disco de Luis Miguel.
Me miran. No entienden. Si es Luis Miguel. Cuchichean.–¿El joven quiere que le regresemos el dinero, trae la factura?
–Sí traigo la factura, pero lo que yo quiero es el disco de Los Ángeles del Infierno, y adentro venía esta cosa –digo, enseñando el acetato negro.
Van y buscan. Encuentran uno. Sonrío y salgo de la tienda con mi LP del grupo de rock chileno. Los empleados siguen sin entender por qué devolví un disco de Luis Miguel.
1991. Segundo o tercer Festival Acapulco, organizado por Televisa –con dinero público. Cuando todavía se armaba un evento de artistas de nivel –dinero había, que no se vea la miseria, diría el entonces gobernador Ruiz Massieu, promotor original del nuevo Siempre en Domingo, con dinero público– y una sala de conferencias de prensa para los invitados. Dos centenares de reporteros de todo el país, quizá. La sala se medio vacía porque termina la conferencia de un salsero muy importante, y entra el madrileño Joaquín Sabina. El que esto escribe sólo a esa iba. En el diario Novedades, don Arturo Escobar, editor de la página, me dio chance de que cubriera las conferencias que a mí me dieran la gana: Café Tacuba, Tri, Los Amantes de Lola, Maldita Vecindad, eran las que me daban la gana. Le digo al fotógrafo del periódico que cuando termine la conferencia se ponga a las vivas, que como cuate me tome una foto con Sabina. Termina la conferencia. Hice una pregunta. Me invade el pánico escénico, tartamudeo, es Sabina. Joaquín ni la entendió. Subo a la mesa de las conferencias, le pido un autógrafo a Sabina, lo abrazo y busco a mi amigo el fotógrafo. Cero, nada.
Otro compañero reportero, también de Acapulco, lo está abrazando del otro lado. –¿Y tu fotógrafo? –me susurra, cuando Sabina ya se despide.–Pues le dije que me tomara una foto. ¿Y el tuyo? (entonces existía la mala costumbre de suponer que los fotógrafos eran subordinados del reportero). –También le dije que me tomara una foto. Y no lo veo. Y Sabina se va, se despide, y nosotros desconsolados, con la foto de promoción y el autógrafo que dice “abrazos” en la mano. Y luego llega una nube de luces. Flashes, y ahí en la bola de fotoreporteros vienen nuestros dos compañeros de la lente, y en medio, ¡Mijares!–¡No manches! –le reclamo a mi compañero –¿Y la foto que te pedí?–Pero es que es Mijares –se justifica, obviamente no entiende mi enfado.
Pero al compañero del otro reportero le fue peor:–¡Tonta, tonta, inculta, inculta! –le regañaban.
Ciudad de México. Sábado 21. Entre partido y partido de futbol y una fiebre que no me deja, veo en un canal de Televisa que anuncian el concierto de la Trevi en Acapulco. Joder, hasta eso. Me toco la frente, sigue la fiebre. Este clima que va de calor-frío-lluvia-contingencia ambiental-frío. Y uno que es de trópico. No es la fiebre. Ahí está la Trevi en Acapulco, y las miles de paisanitas y paisanitos, invitados por el c. Gobernador, gritando, cantando. Entonces era cierto. Joder, ¿sabe el gobernador qué valores promueve la Trevi, a quien Televisa como política propia intenta reinventar –con todo el negocio que ello implica– hasta en comerciales donde se enaltece la familia? “Dale un fuerte abrazo a tus seres queridos”, decía el spot difundido hace unos meses. Sí cómo no, y desaparécelos en Brasil. Pero este parece el país de la desmemoria.Y Zeferino sigue con los regalos a Televisa, la misma política de comunicación social y promoción turística de los pasados gobiernos priístas. A Televisa, todo, a las Alarconianas, nada (hasta hay que partir en cuatro partes la medallita del premio, para que alcance).
Ya cuatro años perdidos en asunto de cultura y promoción turística novedosa. Vamos a terminar seguro con un gobernador populista los dos años que le restan, aliado de los monopolios. Oportunidad desperdiciada para replantear las políticas educativas y de cultura ¡Entre otras...!
Si ya se vio que la política educativa de Zeferino fue pan de lo mismo (¡todo el poder a Elba Esther¡), la cultural es de lengua y pelo suelto.
Si hasta Enrique Peña Nieto parece más decente contratando a Lucerito para hacerle promoción a sus fastuosas obras.
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