domingo, 17 de mayo de 2009

La vocación por la derrota de los guerrerenses

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Guerrero y la vocación por la derrota
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Humberto Santos Bautista y Floriberto González González
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Le hemos titulado a este ensayo “Guerrero y la vocación por la derrota” porque pareciera ser que los guerrerenses estamos destinados a sufrir derrota tras derrota. Guerrero fue uno de los pilares en la independencia, en la revolución, en los movimientos de izquierda durante los años setenta, fue uno de los pilares del neocardenismo en los años ochenta y pilar indiscutible del Partido de la Revolución Democrática hasta antes del cinco de octubre del año pasado. Guerrero fue y sigue siendo uno de los estados en donde su población de origen indígena, es una de las más tenaces y constantes en la lucha por el reconocimiento a su autodeterminación y por que se les respete como pueblos, y no se diga de las luchas magisteriales.
Sin embargo, a pesar de todo esto, la derrota sigue siendo una constante. Hoy, cuando parecía que con un gobernador propuesto por el PRD; partido por el cual la población pagó con creces su cuota de sangre para que se consolidara, y un Congreso Local en donde el mismo partido tuvo mayoría en la legislación anterior, y hoy son la mitad; debiera haber un cambio de rumbo, un proyecto de futuro, diálogo y más diálogo, respeto a los derechos humanos, y estar resolviendo los problemas ancestrales como son: pobreza extrema, desempleo, migración, racismo, analfabetismo, seguridad, etcétera, sucede todo lo contrario: el poder mata y encarcela a los dirigentes indígenas, se burla de las demandas sociales, la impartición de justicia es una utopía y el estado se sigue despoblando por falta de programas que generen empleo permanente. Aunado a esto, el estado se ha convertido en un campo de batalla por los poderes fácticos.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué esta situación de derrota tras derrota permanente, aún cuando se haya triunfado? El problema está en la lucha por el poder por los líderes políticos, es decir, pareciera ser que la izquierda perdió la vocación de poder y la cambió por la búsqueda de status en los círculos del poder. La izquierda se quedó sin discurso y sin proyecto y los sustituyó por slogans y comerciales para el marketing electoral, renunció a las ideas y a promover el cambio social a cambio de los cargos de representación y de puestos en la administración, para que finalmente, su lucha sea ahora cómo mantenerse en el poder.
No hay otra discusión por nuestros ilustrísimos líderes políticos, tanto de izquierda como de derecha, aunque ya no haya diferencia entre unos y otros, que no sea la lucha por el poder, la lucha por las diputaciones plurinominales para la familia, para el amigo, pero no se les escuchan propuestas para revertir este estado de caos en el estado. Y para eso, se requieren ideas y propuestas a los grandes problemas que enfrenta la gente en su vida cotidiana, de lo contrario, serán los poderes fácticos los que van a llenar esos vacíos de poder. ¿Qué se puede hacer cuando vemos que las escuelas del nivel básico se empiezan a convertir en espacios para reclutar a los niños para la distribución y consumo de estupefacientes? Esos poderes fácticos se empiezan a apoderar de las mentes infantiles ante la incapacidad de un Estado para ofrecer opciones a los sectores vulnerables de la sociedad.
Por ello, repensar el poder es una de las tareas más urgentes para intentar diseñar alternativas a los problemas que hoy parecen rebasar a la propia sociedad y terminar por imponerse sin remedio. Se trata simplemente de dar respuesta a algunas preguntas que nos quitan el sueño: ¿Tenemos futuro todavía como Estado-Nación? ¿Cómo podemos potenciar un pensamiento propio para poder explicar nuestros problemas? ¿Cuál es el modelo de desarrollo que tenemos que debatir para el Sur y, sobre todo, para Guerrero? ¿Cómo vamos a construir un objeto de estudio llamado el Sur de México, o llamado Guerrero? ¿Cómo podemos recuperar la esperanza y la identidad en una sociedad global que pareciera no tener ninguna otra identidad más que la identidad del mercado? Si en el marco del capitalismo las crisis recurrentes quiebran la economía y la industria del narco es la única que parece no resentir los efectos, ¿será la narcoeconomía la punta de lanza del gran capital ante la falta de energéticos y el desgaste de la industria de la guerra? En el siglo XIX, el gran liberal mexicano don Ignacio Ramírez se preguntaba: ¿Qué hacemos con los pobres? Sin duda, esa pregunta sigue vigente, sobre todo en Guerrero. Pero ahora la pregunta obligada es; ¿Qué hacemos con los políticos que no le sirven de nada al estado y lo empobrecen cada día más? ¿Cómo hacerle para liberar a la ciudadanía de ese ejército de vividores y oportunistas?
Sin embargo, la partidocracia está llegando a su fin y esto va a generar un vacío de poder que seguramente van a llenar los poderes fácticos ¿Pues qué partido va a sobrevivir si ya no cuentan los principios, ni la identidad, ni tienen programa de acción y no respetan sus propios estatutos que rigen su vida interna? ¿Cómo van a sobrevivir los partidos políticos si todos existen gracias al dinero del erario público porque sin dinero simplemente no saben hacer política? Si ya el dinero sustituyó a la ideología y a la falta de proyecto, ¿en que se va a diferenciar ahora la derecha de la izquierda? En esas circunstancias, dicho de una manera muy rupestre pero pretenciosa, hay que plantear el debate de ideas, donde vayamos a despertar esas energías dormidas de la gente, no porque sea indolente, sino por su bondad, esa que las elites no ven ni podrán ver nunca.
Solamente así, desde abajo, con los problemas de la gente por delante y con ellos mismos como sujetos de acción, dialogando y discutiendo en un marco de iguales, podremos revertir las derrotas en victorias, y sacudirnos a la partidocracia, de lo contrario, cada victoria quedará en manos de los líderes políticos para su beneficio personal y para convertirlas en derrota.
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