sábado, 31 de octubre de 2009

Memorias de un inmigrante, de Rodolfo Valadez

En LA JORNADA GUERRERO, del 30 de octubre de 2009, aparece la siguiente nota:
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Don Inés Antonio Reséndiz cuenta su estancia en campos de Estados Unidos; “a los guerrerenses nos hacía menos”, afirma
Memorias de un inmigrante
RODOLFO VALADEZ (Corresponsal )
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“Los trabajadores que íbamos de Guerrero no éramos muy requeridos por los patrones en Estado Unidos. Cuando los grupos llegaban, nos seleccionaban como si fuéramos reses, los más requeridos eran los que iban de los estados del norte, mientras que a los guerrerenses los dejaban al ultimo”, cuenta Inés Antonio Reséndiz de 79 años, mientras recuerda su estancia en ese país, al cual emigró orillado por el desastre que causo el huracán Tara en este municipio.
Antes de irse, don Inés se dedicaba sembrar sus tierras, ubicadas en la comunidad del Cerrito, cerca de Tecpan, hasta que el 11 de noviembre de 1961 el paso del fenómeno meteorológico destruyó casi todos los campos de la región.
Los daños fueron severos en este municipio, lo que provocó que al quedarse sin nada –como comentó– optara por enlistarse en el programa de empleo temporal que los Estados Unidos llevaban a cabo en el país “en Tecpan las contrataciones se hacían en el ayuntamiento”, recuerda.
“Era presidente municipal Eduardo Abarca Luna (1957-1959), y él era al que le llegaban los pedidos de la gente dueña de los campos de cultivo de aquel país, así que nos alistábamos y nos íbamos”, cuenta Reséndiz.
Él, junto con otros tres compañeros de esa localidad iniciaron el viaje hacia Estados Unidos con destino a Hidalgo, Texas, donde los mas de 150 trabajadores de otras partes del país eran seleccionados, por los representantes de aquellos dueños, “nos preguntaban de dónde éramos, si de Chihuahua, Coahuila o Sonora y de ser así rápido te contrataban a diferencia de los que íbamos de Guerrero o Oaxaca, que fuimos los últimos en ser enviados a los campos de siembra de algodón y tomate”.
Rememora que la jornada laboral era de ocho horas, desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la tarde y los pagos de un dólar la hora, “desquitábamos el pago al cien por ciento y a veces hasta más, lo que ocasionaba que varios compañeros no aguantaran y quedaran tirados en el suelo, exhaustos”.
Todos eran contratados por 45 días y después regresados a su país de origen, con la opción de regresar después, “yo lo hice tres veces hasta que mis tierras volvieron a producir y pude de nuevo sembrar”.
De los cuatro que salieron del Cerrito con el fin de mejorar su condición de vida solo queda él, y actualmente se dedica a la cosecha de copra, actividad principal de las familias de esta región.
Don Inés dice muchos de sus compañeros de Tetitlán, Tenexpa, Nuxco y San Luis San Pedro, regresaron a seguir con el trabajo en el campo, pero otros decidieron quedarse “y hasta la fecha no vuelven”.
Inscrito en el Braceroproa dijo que ha perdido la fe en ese programa, y aunque ya cobró 38 mil pesos que el gobierno federal les entregó como ayuda social, considera difícil la lucha que sostienen contra Gobernación, “yo veo duro que nos paguen los 100 mil que nos mandaron de los Estados Unidos, el gobierno es mentiroso y no le gusta perder”, opina.
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