miércoles, 21 de abril de 2010

Sobre el bicentenario y el centenario en Guerrero

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CENTENARIO Y BICENTENARIO ¿QUÉ CELEBRAMOS?
Ernesto Ortiz Diego
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El mayor riesgo de jugar con las palabras es quedar atrapado en una jaula de conceptos vacíos. Vistosos, modernos y vivaces pero vanos, insípidos. Juegos de vaciedad premeditada para conjurar la insoportable solemnidad de Aniversarios. Artefactos volátiles, ligeros, que saturan el espacio mediático para transmitir nada: vacío solemne y ruido blanco para conmemorar nada.
En la ciudad de Tixtla, el 24 de marzo, la Secretaría de Educación Guerrero y el Instituto Estatal para la Educación de Jóvenes y Adultos de Guerrero, “organizaron” a 200 años, la historia contada hoy, con tres temas: “La toma de Tixtla”, “El paso de Morelos por Tixtla”, y “La participación de Vicente Guerrero en la Guerra de Independencia”, el resultado, un rotundo fracaso. El doctor Alfredo Hernández Alcaraz y el autor de estas líneas, fuimos invitados para contar la historia de estos acontecimientos históricos en 60 minutos, sin embargo, sólo nos permitieron 20 minutos; estos eventos son para levantar la figura sumamente caída de José Luis González, secretario de Educación; además, Delia Garduño, funcionaria del IEEJAG, ignorante, soberbia y autoritaria, prefiere las danzas por encima de la historia contada, como si nuestros insurgentes Morelos, Guerrero, Álvarez, los Bravo, etcétera, hubieran sido danzantes.
Algo de esto ha ocurrido y seguirá ocurriendo en el año de gracia de las celebraciones centenarias. Cita ineludible con la historia de mármol y los bronces que pueblan los panteones y las avenidas del imaginario colectivo.
Obligación calendárica que privilegia los números redondos por centena –lo que explica el oportuno olvido de los 150 años de la Leyes de Reforma cumplidos hace menos de un año-, no obstante que las cifras reclamen cierto grado de verificación y exactitud.
¿Qué celebramos en 2010 además del orgullo nacional de estar haciendo historia para el próximo sexenio y los centenarios que vendrán?
No la consumación de las utopías sino el arranque simbólico de procesos históricos que se prolongan en el tiempo real –por décadas o atravesando un siglo, en el caso de la Independencia- y se condensan en el espacio de una memoria viva por cercana y latente- como ocurre con la Revolución.
Doscientos años de Independencia y Libertad. Cien años de Revolución social e instituciones. ¿Algo que celebrar? Por lo menos la feliz coincidencia de estar vivos y rendir homenaje al paisaje común de identidad y pertenencia. Aunque también, quizá más importante, la oportunidad de ver al país en perspectiva: explorar el pasado y sus laberintos, callejones, rutas paralelas y vías subterráneas, para entender el México de hoy.
Aprovechar el convencionalismo de almanaque para realizar un ejercicio de inteligencia y reflexión plural sin anteojeras. Recuento de los daños, balance y prospectiva. Revisión autocrítica, reconocimiento sin alardes y autovaloración indispensable. Nada más racional y moderado, pulcro y sereno, equilibrado y razonable.
Lamentablemente para todos, no ha sido éste el camino elegido por el gobierno federal y menos el de Guerrero con un gobernador insensible con cinco años perdidos, ni parece haber alternativas de relieve que contribuyan a fijar otros rumbos. Tampoco hay esperanzas de una educación de calidad en la Universidad Autónoma de Guerrero, con un nuevo rector secuestrado por su antecesor inmediato que derrochó millones de pesos para imponerlo, “un maximato” a todas luces y de pocas luces ambos. A la sobriedad republicana y el diálogo informado –que existe y puede constatarse en algunas iniciativas culturales, académicas, editoriales- se ha impuesto el boato de otros tiempos. Una mezcla de chabacanería y vulgaridad, indiferencia y sano esparcimiento.
Sólo que no se trata, como podría sospecharse desde los enclaves del resentimiento mal informado, de una operación destinada a revisar el canon de la historiografía oficial o replantear las claves de la patria. Es algo más sutil y efervescente. Reciclaje de las mejores prácticas priistas en paquete audiovisual para ciudadanía televidente.
Patrioterismo y fuegos de artificio. Show y melcocha. Homenaje sincero a la facundia del jardín retórico. Populismo mediático que, lejos de sorprender, confirma el tono y el talante de los hombres del cambio y el recambio, la continuidad y el continuismo; todo para seguir o peor.

2 comentarios:

@jimescobar dijo...

Si no hay nada que celebrar ni conmemorar, vaya, nada que decir, imagino que 20 minutos fueron una eternidad! Los tres temas que Ud. menciona son, por lo menos, para los guerrerenses pasajes históricos que merecen respeto y que, a decir suyo hayan resultado todo un fracaso le convierte al ponente en un payaso improvisado y lo peor, sin chiste. El mejor consejo que podrá recibir jamás: dedíquese a otra cosa que para historiador nada más no la hace.

@jimescobar dijo...
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