En LA JORNADA GUERRERO, edición del 23 de abril de 2010, aparece la siguiente nota:
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Liberación de Genaro Vázquez
Liberación de Genaro Vázquez
Sergio Lugo
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No tengo para comer, me quedé huérfano desde pequeñito, no tengo esposa ni hijos, ya no puedo trabajar porque casi ya no veo, además me da miedo andar en el campo porque me puede picar un alacrán o morder una víbora, tengo unas sobrinas pero luego me corren de su casa y no me quieren dar de comer…
El 22 de abril de 1968 liberaron de la cárcel de Iguala a Genaro Vázquez, cuando se dirigía a una “revisión” con el odontólogo, en plena luz del día, un comando de menos de diez personas acompañó a Genaro a la libertad. Huyeron por la colonia de las Américas de Iguala, llegaron al pueblo de Icatepec, municipio de Taxco, cerca de Puente Campuzano. Se libró una batalla, murieron dos compañeros, al final Genaro pudo escapar hasta llegar a Ixcateopan, acompañado con una enfermedad gastrointestinal (tomaba agua de los charcos), comía poco, así llegó hasta la Costa Grande su hogar, el comienzo.
Sí, uno cayó aquí, el otro por allá (a él dieron una balazo en la nuca), se le estaban saliendo las tripas del estómago, también a la mula la mataron, había muchos militares, por todos lados, después ellos no nos dejaron salir de nuestras casas por casi veinte días. Había un helicóptero, si queríamos salir del pueblo teníamos que mostrar nuestros papeles para demostrar que éramos de ahí…
El calor es insoportable, como lo es la tierra árida, no hay cosecha, nos quema los pies la tierra, necesitamos agua, pero aquí estamos y la marcha ahí viene, gritando, alegres porque han llegado al lugar (como cada año) donde murieron en combate dos compañeros de la que sería la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria. La marcha salió de la Colonia de las Américas de Iguala a las 8 am. Ahora el sol nos palmea la cabeza, necesitamos agua, pero ellos contentos, recuerdan con anécdotas la liberación de Genaro, habla Bracho quien estuvo en el combate, de cómo sangró y escapó, estuvo prófugo como un año y luego se reincorporó, su acento es caribeño, pues estuvo exiliado en Cuba.
Esmeralda lleva la batuta, ella es de Temazcalapa, ¿alguien más quiere hablar? No, bueno sí… las banderas rojinegras con la Estrella de la ACNR bailan alegremente al compás del escaso viento, hay amigos de Genaro, un hijo de un camarada caído, jóvenes, mujeres, promesas, la semilla…
Abajo en la casa donde nos recibieron, al cobijo de un gran árbol, señoras de Iguala escuchan atentamente, a los oradores de la región. También los hacen los espías (orejas) militares, quienes de manera discreta nos observan, tienen el cabello estilo militar, son morenos, fornidos, reciben órdenes… Habla Santos, compañero de Genaro, al igual que cuando platicamos en privado, explica a los presentes la importancia de la conciencia histórica, lo imprescindible que es conocer a nuestros héroes en México, desde los indígenas hasta el presente, “tenemos que ser enemigos de Imperialismo, pero no de los ignorantes, aunque nos desean la muerte (como fue su caso), porque no saben, se dejan llevar por la oligarquía (Estados Unidos- su economía, el Libre Comercio)”. Nos dio ejemplos de héroes cubanos como Maceo, y su dignidad. Santos también estuvo exiliado en Cuba. Santos te llevamos en el corazón.
Es la hora de la comida, el desconocido anciano, el que no tiene familia, dijo que la liberación de Genaro fue como cuando él tenía 70 años, así que ahora pasa de los 100 años, que por suerte no ha muerto porque nadie lo atiende, quizá irónicamente se mantiene firme por el campo y su aire fresco. Esta es una realidad que se quiere olvidar, y no está en África, se encuentra en el municipio de Taxco, en Icatepec, en México, en el que se presume que vamos para el primer Mundo (como lo auguró Salinas de Gortari y lo difunde Felipe Calderón) pero quién se acuerda de este viejo sin nombre, ¿quién le da de comer?, y lo más importante ¿quién le brinda alegría? Nos podemos morir de tristeza, y sin embargo ¿quién nos recordará? El anciano olvidado (quien nos guió hasta donde cayeron los combatientes guerrilleros) tenía miedo de pedir de comer al grupo, de seguro pensó que lo correríamos de la casa como lo hacen sus sobrinas. Vivimos en un país (México similar a Latinoamérica), donde el olvido de un pueblo (Icatepec) y un anciano, no existen, porque el gobierno (capitalista) sólo los busca para los votos, al igual que el PRI, el PAN, y ahora el PRD a donde se resisten a dejarlo los seguidores de Rafael Aguilar Talamantes del PST, causando pleitos estériles, mientras nos roban el petróleo y el agua, recursos que defenderemos con las garras de las ideas.
Las revoluciones (generalmente) se hacen a causa del hambre, de las enfermedades y por sed de justicia. En México no está lejano este suceso, porque la inmensa mayoría no somos felices, porque padecemos uno de estos males. Uno solo nada, todos juntos todo. Porque tenemos derecho a la alegría. Vamos a cosechar la semilla de Genaro Vázquez. Resistir o morir.
No tengo para comer, me quedé huérfano desde pequeñito, no tengo esposa ni hijos, ya no puedo trabajar porque casi ya no veo, además me da miedo andar en el campo porque me puede picar un alacrán o morder una víbora, tengo unas sobrinas pero luego me corren de su casa y no me quieren dar de comer…
El 22 de abril de 1968 liberaron de la cárcel de Iguala a Genaro Vázquez, cuando se dirigía a una “revisión” con el odontólogo, en plena luz del día, un comando de menos de diez personas acompañó a Genaro a la libertad. Huyeron por la colonia de las Américas de Iguala, llegaron al pueblo de Icatepec, municipio de Taxco, cerca de Puente Campuzano. Se libró una batalla, murieron dos compañeros, al final Genaro pudo escapar hasta llegar a Ixcateopan, acompañado con una enfermedad gastrointestinal (tomaba agua de los charcos), comía poco, así llegó hasta la Costa Grande su hogar, el comienzo.
Sí, uno cayó aquí, el otro por allá (a él dieron una balazo en la nuca), se le estaban saliendo las tripas del estómago, también a la mula la mataron, había muchos militares, por todos lados, después ellos no nos dejaron salir de nuestras casas por casi veinte días. Había un helicóptero, si queríamos salir del pueblo teníamos que mostrar nuestros papeles para demostrar que éramos de ahí…
El calor es insoportable, como lo es la tierra árida, no hay cosecha, nos quema los pies la tierra, necesitamos agua, pero aquí estamos y la marcha ahí viene, gritando, alegres porque han llegado al lugar (como cada año) donde murieron en combate dos compañeros de la que sería la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria. La marcha salió de la Colonia de las Américas de Iguala a las 8 am. Ahora el sol nos palmea la cabeza, necesitamos agua, pero ellos contentos, recuerdan con anécdotas la liberación de Genaro, habla Bracho quien estuvo en el combate, de cómo sangró y escapó, estuvo prófugo como un año y luego se reincorporó, su acento es caribeño, pues estuvo exiliado en Cuba.
Esmeralda lleva la batuta, ella es de Temazcalapa, ¿alguien más quiere hablar? No, bueno sí… las banderas rojinegras con la Estrella de la ACNR bailan alegremente al compás del escaso viento, hay amigos de Genaro, un hijo de un camarada caído, jóvenes, mujeres, promesas, la semilla…
Abajo en la casa donde nos recibieron, al cobijo de un gran árbol, señoras de Iguala escuchan atentamente, a los oradores de la región. También los hacen los espías (orejas) militares, quienes de manera discreta nos observan, tienen el cabello estilo militar, son morenos, fornidos, reciben órdenes… Habla Santos, compañero de Genaro, al igual que cuando platicamos en privado, explica a los presentes la importancia de la conciencia histórica, lo imprescindible que es conocer a nuestros héroes en México, desde los indígenas hasta el presente, “tenemos que ser enemigos de Imperialismo, pero no de los ignorantes, aunque nos desean la muerte (como fue su caso), porque no saben, se dejan llevar por la oligarquía (Estados Unidos- su economía, el Libre Comercio)”. Nos dio ejemplos de héroes cubanos como Maceo, y su dignidad. Santos también estuvo exiliado en Cuba. Santos te llevamos en el corazón.
Es la hora de la comida, el desconocido anciano, el que no tiene familia, dijo que la liberación de Genaro fue como cuando él tenía 70 años, así que ahora pasa de los 100 años, que por suerte no ha muerto porque nadie lo atiende, quizá irónicamente se mantiene firme por el campo y su aire fresco. Esta es una realidad que se quiere olvidar, y no está en África, se encuentra en el municipio de Taxco, en Icatepec, en México, en el que se presume que vamos para el primer Mundo (como lo auguró Salinas de Gortari y lo difunde Felipe Calderón) pero quién se acuerda de este viejo sin nombre, ¿quién le da de comer?, y lo más importante ¿quién le brinda alegría? Nos podemos morir de tristeza, y sin embargo ¿quién nos recordará? El anciano olvidado (quien nos guió hasta donde cayeron los combatientes guerrilleros) tenía miedo de pedir de comer al grupo, de seguro pensó que lo correríamos de la casa como lo hacen sus sobrinas. Vivimos en un país (México similar a Latinoamérica), donde el olvido de un pueblo (Icatepec) y un anciano, no existen, porque el gobierno (capitalista) sólo los busca para los votos, al igual que el PRI, el PAN, y ahora el PRD a donde se resisten a dejarlo los seguidores de Rafael Aguilar Talamantes del PST, causando pleitos estériles, mientras nos roban el petróleo y el agua, recursos que defenderemos con las garras de las ideas.
Las revoluciones (generalmente) se hacen a causa del hambre, de las enfermedades y por sed de justicia. En México no está lejano este suceso, porque la inmensa mayoría no somos felices, porque padecemos uno de estos males. Uno solo nada, todos juntos todo. Porque tenemos derecho a la alegría. Vamos a cosechar la semilla de Genaro Vázquez. Resistir o morir.
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