martes, 14 de junio de 2011

Sobre Carstens

En la edición del 14 de junio, EXCÉLSIOR publicó  la siguiente nota:
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Carstens, ¿pitcher mexicano?
Mario Melgar Adalid
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Mientras buena parte de la población mundial, incluida la francesa, daría todo por alcanzar el sueño americano, las mujeres estadunidenses darían todo por parecer francesas. A partir de un célebre libro French Women Don’t Get Fat, la paradoja francesa se volvió obsesión. ¿ Cómo es posible comer pasteles, croissant, quesos, pato, foie gras, beber vino y no engordar? ¿Cómo lograr que una deliciosa dieta rica en carbohidratos y grasas no engorde?
La explicación se tradujo a 40 idiomas, fue el best-seller del New York Times y se han vendido 3 millones de copias. Un ejemplo de las francesas que no engordan es la ministra de Finanzas, Christine Lagarde. A sus cincuenta y cinco se conserva ágil, en forma, dueña de esbelta y francesa figura.
Casi todo parece indicar que será la sucesora en el Fondo Monetario Internacional de otro francés no tan esbelto, ahora en desgracia, el otrora poderoso DSK que enfrenta cargos de la justicia neoyorquina. Su contrincante más robusto es Agustín Carstens. Solamente que la francesa, campeona nacional de nado sincronizado y una destacada abogada con práctica de veinticinco años en Chicago, tiene asuntos pendientes con la justicia francesa.
Se le acusa de abuso de poder en su cargo como ministra de Finanzas. En 2007 ordenó que un viejo pleito financiero, casi una telenovela, entre Bernard Tapie, un financiero amigo del presidente Sarkozy y el Banco Crédit Lyonnais de propiedad estatal, se resolviera por medio de un arbitraje.
Tapie es un personaje de película. Fue presidente de Adidas, la marca deportiva, dueño del equipo de futbol de Marsella, estuvo seis meses en la cárcel por arreglar un partido fraudulentamente, ministro de Desarrollo Urbano del gobierno socialista de Mitterrand, cargo al que renunció para apoyar al conservador Sarkozy, actor, cantante, corredor de coches.
En su pleito con el banco estatal, el panel arbitral le otorgó 580 millones de dólares. Al no apelar la decisión del extraño arbitraje, se acusó a Lagarde de favorecer a Tapie en abuso de su poder. Una contraprestación por los favores de Tapie a Sarkozy.
El tribunal francés encargado del caso difirió la decisión en esta investigación con lo que allanó, al menos momentánea y sospechosamente, el camino de Lagarde al FMI.
Dice Enrique Berruga que Carstens no era tan mal beisbolista. Ocasionalmente hasta se volaba la barda. No lo recuerdo como pelotero, salvo cuando ya secretario de Hacienda lanzó la primera bola en un torneo internacional de beisbol.
La bola de Carstens ni siquiera llego a jom.
Mucho mejor financiero que pitcher, ahora está en plena campaña internacional. Los europeos están con la francesa, salvo España cuya ministra de Relaciones Exteriores comprometió el votó por México.
Una muestra de la solidaridad española con el país de América Latina más cercano a España, como ha sido siempre México.
Aparentemente Brasil votará por Francia en un franco desaire a México y a la solidaridad latinoamericana. Los africanos que deberían estar con Carstens votarán por Lagarde. Si así sucede deberíamos cuidar no volver a votar por ellos, menos por Brasil, en los foros internacionales.
China y la India se han mostrado a favor de la francesa. El gran elector, Estados Unidos, no ha dado ninguna señal.
Tienen en el menú dos excelentes figuras, sin contar al caballo negro que se incorporó apenas este domingo a la carrera: Stanley Fisher antes cabeza del Banco Central de Israel y ex funcionario del FMI, con magníficas credenciales, como el mexicano Carstens.
Como lo que se elige no es precisamente la figura, ni la dieta que siguen los candidatos, esperemos que la vecindad tan platicada, nuestra sociedad comercial y un futuro previsible de insuperables relaciones México–Estados Unidos incline la balanza a favor del mexicano que dejaría un gran hueco -es mera figura literaria- en el Banco de México.
Ganar la apuesta es poco probable, pero no imposible.
Algo así como si los Piratas de Campeche ganaran la Serie Mundial, claro, si Carstens no fuera el pitcher mexicano.
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