jueves, 21 de octubre de 2010

Promoción cultural en Acapulco

En la edición del 21 de octubre de 2010, LA JORNADA GUERRERO publicó la siguiente nota:
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La promoción cultural
Malena Steiner
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La difusión y promoción cultural en Acapulco, de manera institucional, inició ocho años atrás, cuando se creó la Dirección de Cultura en la administración municipal que presidía Alberto López Rosas. Antes, un área aglutinaba deportes, educación y cultura. Tal concentración sólo generó actividades esporádicas de cultura, según el criterio del funcionario a cargo, el cual la mayoría de las veces no cumplía con el perfil idóneo para tantas atribuciones que el puesto le exigía.
Desde luego, el Instituto Guerrerense de Cultura (IGC) ya existía y dispone hasta la fecha de oficinas y una casa de cultura en el puerto. Sin embargo, por diversas razones que merecen un análisis aparte, en su larga trayectoria el IGC ha sido una especie de entelequia más que una instancia de cultura y, claro está, su labor como “Instituto” sigue pendiente.
Si Guerrero ha carecido de escuelas de iniciación artística, mucho se debe a la inoperancia del IGC. Aún le falta un programa sólido de educación artística no formal, por lo menos. Por otro lado, la carencia de estudios a nivel licenciatura, en materia de artes escénicas y visuales, por mencionar un par de ejemplos, quizá se deba más a la falta de visión de las universidades, públicas o privadas, para renovar y enriquecer las licenciaturas que imparten.
En este contexto, resulta natural que los creadores locales desarrollen su trabajo sobre la marcha y con sus propios recursos; los actores adquieren tablas gracias a su tenacidad para realizar una puesta en escena; por falta de apoyos institucionales, ellos mismos se dirigen o hacen las adaptaciones de las obras de teatro; varios de los pintores jóvenes de Acapulco son autodidactas, con talento y sin los medios económicos para cursar estudios universitarios fuera de Acapulco o una residencia artística para mejorar sus técnicas pictóricas. Lo mismo sucede casi con todas las demás disciplinas.
Entonces, el debate debería focalizarse en mejorar las funciones y capacidad de gestión de los responsables de las instituciones culturales de Guerrero, antes de descalificar y atribuir una condición mediocre al quehacer artístico de los porteños. Más allá de la calidad de sus trabajos, es loable que persistan gracias a su necesidad de autoformación. Un creador no debe estar supeditado a lo que una institución le dicte ni al recurso económico que le otorgue.
Sin embargo, en México ha sido el Estado el principal promotor y mecenas de la cultura y las artes. Los artistas e intelectuales están vinculados, para bien y para mal, con la burocracia cultural federal, estatal o municipal.
Volviendo al ámbito acapulqueño, en los últimos cinco años el Ayuntamiento de Acapulco, a través de la Secretaría de Desarrollo Social, gestionó recursos federales para eventos donde el público sólo es receptor y se presume que Conaculta ya nos reconoce por ello. Nadie “bajó” recursos federales para cursos, talleres o residencias artísticas para los nativos acapulqueños.
Con menos recursos, la gestión de José Dimayuga impulsó en su momento actividades para contribuir a la profesionalización de los creadores y se apoyó la publicación de obras literarias. En los últimos cinco años, nadie ha dicho nada sobre la carencia de recursos para editar la obra de aquellos que escriben, por ejemplo. Bueno, nadie ha dicho nada sobre las inexistentes monografías de los encuentros de escritores. Tampoco se ha comentado la paradoja de estos últimos años de promoción y difusión cultural porteña: el presupuesto de la Dirección de Cultura se reduce anualmente, mientras se elevan los gastos de un par de eventos; y volvemos a lo que creíamos superado: los recursos destinados a la cultura nuevamente se aplican bajo parámetros caprichosos y sin el saber del renglón artístico y cultural.
Además, el titular de la Dirección de Cultura recibe el extrañamiento de Contraloría municipal porque no se comprueba en tiempo y forma el presupuesto ejercido en el II Encuentro de Escritores del Pacífico 2009; nadie dice nada porque, hasta ahora, eso es un asunto interno. Lo lamentable es que la Dirección de Cultura no participa ni en la programación de dicho proyecto y ello se debe a que dos o más personas realizan la misma función, pero con el resultado desastroso de que a la hora de fincar responsabilidades, se lo hacen al que tiene el nombramiento formal, por la simple y sencilla razón de que el proyecto está etiquetado en el presupuesto de dicha dependencia.
Al ámbito cultural de Acapulco le sobran adjetivos pero le faltan análisis sobre su infraestructura; presupuesto, ejercicio y rendición de cuentas del gasto público; evaluación de políticas públicas culturales; condiciones en que los artistas desarrollan su labor creativa y fuentes alternas de financiamiento para proyectos culturales, entre otros temas relevantes. Faltan, pues, diagnósticos serios sobre nuestro ámbito artístico y sobran textos donde se desvalora el trabajo de unos y otros en vez de hacer un frente común; abrimos la puerta para que políticos y funcionarios desatiendan al sector cultural, so pretexto de la tan sobada frase que “estamos divididos”.
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