miércoles, 6 de octubre de 2010

Sobre "El Infierno"


El Infierno: narcometraje patrocinado por el gobierno
Mario Melgar Adalid.
Hubo la época de oro del cine nacional. México, país de luz y sombras, se acomodó bien al cine en blanco y negro. Por alguna razón, tal vez cromática, el cine mexicano empezó a declinar con la llegada del technicolor. Con los colores se apagó el cine que tanto influyó en la imagen internacional del país. Todavía en Latinoamérica y en España saben de México por María Félix, Dolores del Río, Jorge Negrete, Pedro Infante, Silvia Pinal, Tin-Tan, Cantinflas, Arturo de Córdoba y muchos etcéteras.
En aquellos días, un grupo de cineastas decidió producir una película histórica basada en la mejor novela de la revolución mexicana: La Sombra del Caudillo. Su autor, Martín Luis Guzmán, no ha recibido todavía el reconocimiento que merece. Apenas ahora el Fondo de Cultura Económica publica sus obras completas. Su crítica al régimen fue la razón de haberlo proscrito. La película asustó al gobierno influenciado por los militares que la censuraron. Como todo en México, la película encontró salida: las exhibiciones clandestinas.
Llamaba la atención que la propia Secretaría de la Defensa, la que otorgó facilidades para la filmación de la película, se opusiera a su exhibición. Otras dependencias auxiliaron a la realización. Se filmó en el Castillo de Chapultepec y en la Cámara de Diputados, ahora recinto de la Asamblea del Distrito Federal.
La película es muy buena, la trama es apegada al relato que, con las licencias del novelista, muestra fielmente un episodio trágico del autoritarismo mexicano. La protagonizaron magistralmente Tomás Perrín, TitoJunco, Ignacio López Tarso, Carlos López Moctezuma y Kittyde Hoyos.
La película ganó un premio internacional especial al participar en el Festival de Karlovy Vary. ¿Por qué el gobierno ayudó a filmarla para después impedir su exhibición? Misterio.
Más misterioso aún es el apoyo financiero del gobierno federal para El Infierno. Esta controversial película hace la descripción ruda de la más cruda realidad nacional. Se realizó con dinero del Conaculta. En una escena aparece, algo velada, la figura del presidente Calderón. El diálogo provoca la burla del público asistente en las salas de exhibición, cuando Daniel Giménez Cacho, el Capitán Ramírez, al hablar de los testigos protegidos dice que el presidente "ha convertido al país en uno de soplones".
La libertad de expresión es una garantía que se origina por la necesidad de criticar libremente al gobierno. Está muy bien que se respete tal libertad, pero de eso a dar dinero destinado a la cultura, para que ridiculicen al Presidente, hay diferencia.
La película habrá de exhibirse en el extranjero, donde no entenderán cómo el gobierno mexicano que lucha contra el crimen, patrocina una película en que lo único evidente es que el gobierno no puede contra el narco que combate. Esta película es la negación de todos los esfuerzos de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Turismo por promover la imagen del país en el extranjero. Quien la vea en el mundo difícilmente decidirá invertir o visitarnos.
Bob Rivard, el editor del periódico San Antonio Express News, que desde hace años tiene una sección dedicada a México, refirió en su columna semanal su entrevista con el presidente Calderón, con motivo de los periodistas asesinados o plagiados por el crimen organizado. Dice que en esta lucha, él está con el presidente Calderón. Eso quisiéramos muchos mexicanos, pero no se puede con tantas incongruencias como la de promover oficialmente un narcometraje. La película El Infierno es muy buena, la imagen que difunde no puede ser peor. Mejor hubiera sido la película del Bicentenario, la que incomprensiblemente no se hizo...
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Publicado en Excélsior

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