En la edición del 19 de octubre de 2010, EXCÉLSIOR publicó la siguiente nota:
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Vacante en la Suprema Corte
Mario Melgar Adalid
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La Suprema Corte de Justicia mexicana tiene una vacante. Conforme a las reglas constitucionales, el Presidente debe enviar una terna para que el Senado haga comparecer a los terneros y evalúe quién debe ser designado ministro. La Barra Mexicana de Abogados envió una carta al Presidente proponiendo candidatos para el cargo.
La Barra de Abogados no es más que una organización civil, sin atribución ni función oficial, en tanto en México no existe la colegiación obligatoria de los abogados como sucede en casi todos los países. Está constituida como Asociación Civil. Es una especie de Club del Abogado.
La carta al Presidente tiene dos problemas. Si el presidente Calderón le hace caso, vulnera parte de su imperio. La decisión presidencial es exclusiva. Si no le hace caso, la Barra quedará en un intento fallido, estéril y poco político. En su afán de notoriedad y protagonismo la Barra de Abogados publicó su preferencia por cinco abogados, cuatro de ellos funcionarios del Poder Judicial federal y un abogado postulante. Éste último, más bien desconocido, sin obra publicada, ni méritos extraordinarios, como sugiere el cargo para el que fue propuesto.
En cuanto a los otros cuatro, algunos con prestigio judicial, académico y ético, bien ganado como el magistrado Alberto Pérez Dayán. Les dieron el beso de la muerte,
Los candidatos de la Barra de Abogados son funcionarios con adscripción en el Primer Circuito. Todos tienen su sede en Distrito Federal. Como si México se acabara en Cuautitlán. ¿Y los centenares de magistrados y jueces federales adscritos por toda la República?
Probablemente la Barra Mexicana se animó a darle sugerencias no pedidas al Presidente, como si se tratara de la Barra Americana (American Bar Association). Tal vez no sepan todavía que en una época la organización estadunidense, que es la agrupación de abogados más grande del mundo, se ocupó de intervenir en los procesos de selección de candidatos a cubrir vacantes de la Suprema Corte de EU. Tenía influencia y podía llegar hasta vetar algún candidato presidencial. Ya no.
El (ex) presidente George W. Bush modificó la participación de la Barra en el proceso de designación de los jueces federales y los jueces asociados integrantes de la Suprema Corte para asumirla integralmente. Alberto González, abogado del Presidente y, quien después sería el abogado general de Estados Unidos, se dirigió formalmente a la Barra para decirles, a nombre del mandatario, que era inadecuado el hecho de que la Barra tuviera una voz, casi oficial y jugara un papel único, su voz fuera escuchada antes y por encima de otras en los procesos de designación de los jueces federales y de los ministros de la Suprema Corte.
El presidente de EU-escribió González a la Barra Americana de Abogados-, no otorga un papel preferencial, casi oficial en la selección de los jueces federales a ningún grupo políticamente activo. No se metan con las facultades del Presidente.
Algo similar debería decírsele a la Barra Mexicana de Abogados en su pretensión de participar en la selección de los ministros de la Corte. No se debe presionar al Presidente de la República ni orientarlo en sus decisiones que la Constitución le confiere. No solamente vulnera la figura presidencial, bastante debilitada por cierto, sino que compromete la independencia de los jueces y la autonomía de la Suprema Corte.
Es deseable que el Presidente haga una buena propuesta. Las anteriores que hizo para las vacantes que se han dado no pudieron ser mejores. Se quedaron en el camino magníficos prospectos como Eduardo Ferrer Mac-Gregor o Jorge Carlos Adame Godard, pero así son las reglas. La Corte requiere integrantes independientes y con carácter, además con buen carácter. Es necesario que el Presidente y el Senado tomen en cuenta que solamente con una judicatura independiente existe certeza de que habrá justicia constitucional.
El ministro de la Corte que nombren deberá tener la autoridad para resolver los casos que se presenten, pero también e igualmente importante las destrezas jurídicas para aplicar la ley suprema del país.
Y que la Barra de Abogados organice tertulias en lugar de hacer política con nombramientos que no le corresponden.
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Consultado en:
http://excelsior.com.mx/index.php?m=opinion_interior&cat=126
martes, 19 de octubre de 2010
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