jueves, 11 de marzo de 2010

Sobre la UAG

.
Desafíos y prioridades de la UAG
Armando Escobar Zavala
.
Por lo explícito de la relación educación y desigualdad social, no sólo los jóvenes demandan una universidad de buena calidad, también otros actores lo hacen: empleadores, padres de familia, representantes de los sectores social y productivo, comunidades y organizaciones regionales.
Es en este contexto de escenarios y demandas que la Universidad Autónoma de Guerrero enfrenta un conjunto diverso de complejos desafíos, para cumplir con las funciones y responsabilidades que la sociedad le ha encomendado.
La respuesta se encuentra en la capacidad que tenga la universidad para visualizar un porvenir que le permita regresar a sus tareas sustantivas con sus propias propuestas, con su propia capacidad de planearse y de conducirse, diciendo no a todas aquellas prácticas que oscurecen y obstaculizan el renacimiento de la Universidad.
Es urgente refundar el mundo de la academia, con los valores que la constituyen. La autonomía no debe ser vista como un recurso para mantener los feudos de grupos de poder, sino para darle espacio a lo que puede ser la única oportunidad que tiene para recrearse y reconstruirse desde el conocimiento.
La UAG debe estar a la altura de la sociedad a la que se debe, con la que tiene el compromiso, además del de formar profesionales bien preparados y socialmente comprometidos, de anticiparse a las transformaciones complejas de la naturaleza del trabajo, señalar nuevos derroteros, visualizar y mostrar las diversas opciones por las que Guerrero puede encontrar el mejor camino hacia su desarrollo, pues en ello estriba su pertinencia y compromiso social.
La universidad es parte fundamental de cualquier solución sensata para atender y superar los problemas estructurales de Guerrero. No podemos pensar en una política pertinente de salud sin buenos médicos, ni tampoco en la modernización y expansión del aparato productivo sin ingenieros y técnicos altamente preparados. Lo mismo podríamos decir del sistema de justicia y, en general de la administración pública y privada.
Sin embargo, la tragedia de la UAG es que la política y la academia caminan por senderos que al encontrarse, la segunda ha sido cercenada, por lo que la preeminencia de la “democracia universitaria” ha dejado de lado las tareas sustantivas de la UAG.
Es momento de comenzar una reflexión acerca de sus resultados, de los problemas y vigencia del método universal para elegir rector y directores, valorar sus aciertos y desventajas, sus rutinas perversas en muchos ámbitos, si queremos retomar el camino de la academia y de la ciencia. Las epopeyas de ayer son las ataduras de hoy.
Sus males endémicos dan lugar a una formación de baja calidad e irrelevante para las necesidades del presente y futuro de Guerrero. Esto explica su ineficacia y su precariedad institucional.
La elección de rector debe escapar de los grupos de poder –de dentro y fuera–, y de las prácticas “motivacionales” de maestros a alumnos –regalo de calificaciones–. ¿Qué tanta “democracia” podrá seguir soportando la UAG? Es lamentable leer en los medios el tono festivo de los grupos anunciando que uno u otro tuvo mayor concentración en su apertura, suspendiendo el quehacer universitario, donde el estudiante es rehén de las luchas intestinas. O el que docente se “lance” a una huelga de hambre para descalificar al que no es su candidato. En estas prácticas reside la fuente de precariedad institucional y de la perversión de lo que debiera ser la vida universitaria.
En este contexto de creciente fragmentación, en candidaturas apoyándose en redes extensas de lealtades e intercambios de tipo clientelar y Unidades Académicas transformadas en maquinarias electorales, la UAG debiera evaluar la necesidad de designar a su rector con criterios académicos, pero sobre todo con un proyecto construido por todos los universitarios. Las mejores universidades del mundo, designan a sus rectores en procesos que permiten la continuidad de la investigación, la docencia y la extensión de la cultura, con el consentimiento de su comunidad, sin campañas absurdas y costosas. Sin elecciones directas y universales. Nadie podrá negar que la UNAM ha tenido a sus mejores docentes o científicos al frente de esa casa de estudios reconocida a nivel mundial.
Es hora de transferir el prestigio ideológico de la UAG al prestigio académico y científico al que tiene derecho. Creo que el cambiar el método de elección del rector es piedra angular para su transformación.
.
Puede consultarse la nota en:

No hay comentarios: